martes, 18 de octubre de 2016

Hola, mi vida es un desastre

No lo digo yo, me lo gritó hoy mi armario. Me gritó desesperado que lo arregle, que todo es caos ahí dentro, que no hay orden, que no sabe ni lo que tiene ni dónde o cómo caben tantas cosas.

Me dijo, de forma agresiva, que hay recuerdos antiguos archivados ahí, que necesita una limpia de ropa, de fotos, de dibujos, de papeles, de cartas, de memorias empolvadas. 

Mi armario me ha gritado "necesito orden, muchachita" y no le había hecho caso porque no quiero, me da pereza, no lo deseo. 

Pero hoy, hoy me gritó que es urgente. Mis pantalones están en desorden, no encuentro blusas ni playeras (¿dónde está la negra de florecitas?), tampoco es fácil hallar un traje de baño. Mis calzones son un desorden, mis calcetas no tienen par y hay bras que ya no uso. 

Necesito orden en los barnices, en las cremas porque sólo llegué a aventar todo el 2 de octubre (¿quién iba a pensar en acomodar un domingo luego de un bucle emocional?), hay que ordenar el gel, la cera, la plancha del cabello, la crema desmaquilante, mis cremas para el cuerpo, sacar medicamentos de ahí porque es salud y no belleza. 

Es necesario sacar las cartas de los viejos amores, los recuerdos de Carlos (el futbolista de la prepa) o de Miguel, su hermano; o las cartas a Israel, las canciones que le escribí, las fotos que arrumbé ahí. Mis agendas caducas. Las cajas vacías, por si algún día se ofrecían. ¿Qué tal ordenar el recetario? ¿Donar la ropa que ya no uso? 

Hoy mi armario me dijo: acomoda tu vida, nena, yo soy una señal… 


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