Bastaba un "adiós" para que destruyeras mi corazón.
miércoles, 23 de octubre de 2013
sábado, 19 de octubre de 2013
Yo
Durante años quise tener a todos contentos con mi apariencia, mis comportamientos, mi vestimenta; ser graciosa, adecuada, bien portada, delgada, bonita; perfecta. Pero era perfecta para unos mas no para otros.
Quería, deseaba tener a todos felices y la menos feliz y conforme con mi yo de cartón era Yuriko. Ese yo que quería vestir de negro, hablar sin restricciones, no gustar a todos; la rebelde que era y que soy. Yo era la más infeliz.
Y de pronto, descubrí que no debía gustarle a todos. Sólo tenía que ser leal y gustarme a mí misma; a nadie más. Gustarme con mis kilos de más, con mi cabello alborotado, con mis senos pequeños, con las estrías, con las manías, con mis callos en las manos, mi miopía y astigmatismo, con mi apatía, el sarcasmo y la ironía, con la acidez y lo directo de mis palabras.
Aprendí a querer mis demonios y mis miedos. Dejé de luchar con mis canas, con el paso del tiempo, mis pies grandes, mi disgusto por las bolsas, no poder usar tacones, mi adicción a los dulces, mi ansiedad y mis depresiones, mis noches llorando y mis desvelos escribiendo fantasías de amor desde niña.
Trabaje en mis defectos, en mis virtudes, mis manías, mis alegrías y tristezas para aumentarle puntos al autoestima.
Dejé de dar explicaciones a los demás y comencé a darme razones para ser feliz, argumentos válidos para mí y mis acciones no para justificar mis hechos sino para cuando me cuestionaran poder callarlos y decir "esta, la que criticas, soy yo, no te metas".
Aun sigo queriendo a esa Yuriko imperfecta. A una mujer corajuda con síndrome premenstrual, el corazón roto, sentimientos atorados; con problemas con sus padres que sintió la soledad desde niña, con amor por los animales y ser dura y exigente conmigo misma.
No viene aquí a complacer a nadie, vine a vivir, vivirme y a estar a gusto conmigo no con los demás.
Sigo aprendiendo(me).
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