domingo, 21 de junio de 2015

Detesté el Día del padre (ahora ya no... tanto)

Pocas veces puedo decir esto que voy a escribir: odiaba el Día del padre.
Luego de la separación de mis papás, mi padre decidió olvidarme y lanzarme al olvido con cuatro palabras hirientes y poderosas: "olvídate que tienes padre" y crash… 

Recuerdo que en la primaria siempre nos ponían a hacer manualidades para regalarlas el Día de la madre y cosas "varoniles" para darlas el Día del padre, pero me chocaba y me deprimía porque no tenía a quién entregárselas. Me quedaba mirando mi esfuerzo ahí solo… 

Pese a que estuve rodeada de muchos hombres y los quise como si fueran mi padre, mi mente sabía que no eran mi papá. Mi abuelo (a quien adoré) sabía que lo amaba, pero no era mi papá, digo: era papá de mi mamá no mío. Mis tíos eran eso: mis tíos, no mi papá. Entonces, nunca regalaba nada de lo que hacía y me dolía. 

Recuerdo un día que me puse a llorar con mi mamá porque no sabía a quién regalarle la corbata azul de fomi con un poema que había hecho, siempre me consoló (gracias, má). 

Pero. Llegó el día en que mi madre empezó a salir con su actual esposo, por quien siempre sentí una gran simpatía, él también venía de padres separados y platicaba con él sobre eso mientras caminábamos agarrados de la mano. Poco a poco se ganó mi cariño y, finalmente, mi amor. Un día se me ocurrió una idea loca. 

Era un Día del padre, creo que tenía ocho o nueve años, íbamos a comer y yo toda nerviosa le dije -cuando estuvimos a solas- "Jaime, quiero decirte algo muy importante". Me miró fijamente y escuchó mi preguntita tonta y sincera: "¿quieres ser mi papá? Me gustaría que fueras mi papá". Me sonrió y esos ojos ojerosos y cafés también lo hicieron, me dijo que sí, que le gustaría ser mi papá. Así fue como escogí a mi papá. 

Nunca o pocas veces se lo digo: lo quiero, mucho y es una de las mejores decisiones que he tomado. Y no me arrepiento.

Jaime ha estado conmigo (y con mi mamá ooobviamente) en las buenas, en las malas y en las peores. Es curioso, tenemos la misma forma de dormir y muchos gestos parecidos. Él estuvo en las idas al hospital, se ha quedado en vela en la sala de espera, me ha recomendado curas para mis crudas espantosas. Nos hemos peleado como todos los papás. Me ha regañado por mis rebeldías, pero también me ha dado su voto de confianza a mis salidas y mi estilo de vida.

Con él fue mi primer vals. me enseñó a bailar salsa. Él estuvo la primera vez que me rompieron el corazón cuando tenía 17 años y ni siquiera me preguntó si me ocurría algo, sólo me miró y mientras íbamos en el coche, me jaló y me abrazó fuerte. Hace un año tampoco preguntó nada cuando terminó la relación con el ex, sólo preguntó a mi mamá "¿qué tiene?" Nada, respondió mi mamá. "Uhm..." y no dijo más, entendió que el nombre de aquél estaba vetado y jamás preguntó.

Ha estado en mis XV años, en mi graduación, para ir por mí a una fiesta, aguantar que vomitara mientras el coche andaba o bien vomitarle parte del coche. Me soportó en la parte más rebelde y loca de mi vida. Nos hemos llevado muchas sonrisas, muchas metas y retos cumplidos.

Ésa es mi historia con mi papá. Yo elegí a mi papá y él ha sabido serlo con sus celos, sus regaños, sus risas y sus lágrimas.

Gracias, Jaime por aceptar este compromiso, saber ser papá y amigo. Feliz aniversario paternal.

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