jueves, 22 de enero de 2015

Crónica de la vida chilanga

(Antes de empezar el post quiero disculparme por no haber escrito, pero he tenido mucho cansancio mental debido al trabajo, pero ya se está "aligerando" y eso me dejará con más tiempo para hacer lo que me gusta: escribir. Dicho eso, nos arrancamos recio :D).

Hoy estaba caminando con los coguorquers rumbo al metro y tuvimos que irnos por la otra acera porque Enrique siempre pone el desorden (no es cierto jajaja... un poco) y quería irse por allá que porque habían puestos de dulces y garnachas y que quería un cigarro y que la manga del muerto. Total, ya nos fuimos y casi me tuerzo el pie por correr al cruzar la ampliación de Paseo de la Reforma (es horrible ese cruce, pero bueno...), compramos el famoso cigarro, un mazapán para Angie y unos tamarindos deliciosos para mí.

Íbamos caminando cuando escuché como si se hubiera caído un costalito de papas, volteé y vi que una señora de edad mayor se había caído, me metí la cazuelita a la boca y corrí a ayudarle a la señora. Angie me ayudó a levantarla y Enrique y ella la llevaron a una banquita para ver si estaba bien.

Cuando le estaba limpiando la herida de la rodilla, empezó a decir llorosa que quería trabajo y debía irse para la terminal para regresar (¿a dónde? Lo desconozco...), se tranquilizó y saqué el agua que llevaba y Angie puso el papel de baño. Le limpié la sangre y la tierra, se le paró la sangre, vimos que estaba bien y le dijimos que se fuera con cuidado. Y pum se fue.

Lo curioso es que las personas curiosas pasaban y no preguntaban, a excepción de una señora que nos preguntó qué le había pasado, como yo traía la madre esa en la boca ni le respondí, los coguorquers le dijeron lo sucedido, la señora se ofreció a llamar a una ambulancia y le dijimos que no, que no era grave. Y una chica de una organización altruista nos ofreció gel antibacterial y como pude le dije que no, que eso es malísimo, ya limpia la herida solita se le haría costra. Fueron las únicas. Los demás ni en cuenta o igual no quisieron estorbar. Ahora sí que entre menos burros más olotes.

Más adelante nos encontramos a la señora y caminaba bien. Así que puedo decir que hice algo bueno en el día o noble, lo que sí puedo decir es que antes de ayudarla pasó una persona a su lado y no le ofreció ayuda. ¡Qué poca madre! Así la insensibilidad actual en la provinciana Ciudad de México.

****
Luego en el metro, había mucha gente y pa chingarla me tocó frente a unos albañiles, digo... no me molesta mientras no me hagan nada. Pero noté que estaban viendo a mis piernas y a las de la chica de al lado, uno (que estaba de pie) le estaba haciendo señas al otro (que estaba sentado) y me echaba la mirada a mí.

Enojada, indignada y con ganas de desquitar mi coraje, guardé mi botella de agua en la mochila, la cerré, me quité la mascada y me la enrollé en la mano izquierda pensando que si me hacían algo de menos les soltaría un madre y unos rasguños patrocinados por mis uñas larguísimas.

Bajé tranquila y estoy tipos ni se me acercaron. El coraje nadie me lo quita y a veces tenemos que lidiar con este tipo de cosas muy parecidas, similares o anexos y conexos sobre el acoso callejero todos los sacrosantos días. ¿Y luego me preguntan que por qué soy agresiva? Porque a veces debes aprender a defenderte de este tipo de abusos.

****
Pese a eso y a los coches y sus pitidos al por mayor, y al transporte deficiente y a la gente loca del metro que no respeta y avientan, y el tránsito y todo, la capital chilanga me gusta mucho, tiene una belleza extraña. I (caos) you, Mexicou City.

No hay comentarios:

Publicar un comentario