Desde que empezaron a bloquear, algunos mirones de traje, a primera vista oficinistas de la zona de la Anzures, comenzaron a expresar desde "qué poca madre" hasta "polí… deberías quitarlos a golpes son poquitos" y fue ahí donde me dio un golpe de vergüenza, una vergüenza social pues estas expresiones dejan ver la educación, el respeto y el apoyo que como sociedad brindamos a otra causa y movimientos. También sentí pena y coraje al mismo tiempo. Tuve ganas de gritarles: imbéciles, ellos tienen el derecho de expresarse; pero por miedo no lo hice. Ya he hecho cosas así y no me han salido bien.
Escuché lo mal que la pasan los maestros, el odio que sienten por Enrique Peña Nieto y sus reformas, los salarios bajos, platiqué con uno de ellos. Algunos transeúntes se unieron a la causa con gritos, chiflidos, apoyo…
Un maestro gritaba que EPN era un pendejo, que él y su gabinete deberían ser evaluados, gritó con voz ya lastimada: "huevones los diputados y los senadores que no hacen nada y ganan la millonada, que ellos vivan con lo que yo gano". Esto último refleja una triste y dolorosa realidad donde quienes menos trabajan (los altos funcionarios) perciben mejores salarios, mejores condiciones de trabajo.
Por último, iba rumbo a la Diana Cazadora y un hombre regordete de traje hablaba con un grupo de maestros de Oaxaca, ellos, eran tres, le explicaban sus condiciones de trabajo:
- ¿Qué piden?
- Mejores condiciones…
- ¿Qué condiciones, qué buscan?
- Mire, nosotros no tenemos bancas para los niños, no tenemos pizarrones…
- ¿¡No tienen pizarrones!?
- No, señor, no tenemos ni un salón decente para impartir clases.
La cara del hombre fue memorable, reflejó un golpe de realidad.
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