martes, 1 de mayo de 2012

Sueños, construcciones y alma rebelde

Al ver Detrás de la pizarra reviví algunos de mis sueños infantiles y puse en tela de juicio las metas que tuve hace tiempo. Antes de extenderme, la película trata sobre la vida y lucha de una joven profesora que intenta ayudar a niños de los barrios bajos, a los cuales se les negaba educación al no tener un domicilio fijo. Esta mujer luchó por darles una educación a estos niños e intentar sacarles los vicios ganándose su confianza, amor y respeto. Asimismo, creó un vínculo de comunicación entre padres-hijos-profesora que enriqueció el desarrollo intelectual de los niños. La historia es real y me movió demasiado, me hizo recordar los sueños y las metas.

Cuando era niña deseaba ser maestra porque quería enseñar lo que otros niños no podían conocer como yo lo hacía. En esa época no tenía contacto alguno con personas en situación de calle o algo que hiciera manifestar ese pensamiento en mí y sin embargo lo tenía.

Hace unos cuantos años, antes de elegir la carrera de Comunicación, estaba indecisa por Psicología, quería especializarme en psicología infantil para poder crear un programa de ayuda para niños y adolescentes, el cual fuera obligatorio en cada primaria y secundaria para detectar a tiempo problemas de violencia familiar, verbal; abuso psicológico, sexual; problemas de aprendizaje o conductas hiperactivas, que pudieran dañar o atentar en contra del desarrollo emocional, social y escolar de ellos. Ése era uno de mis sueños.

Ahora, con el periodismo tengo la oportunidad de retomar uno de sus principales objetivos: educar. Creo que muchos hemos olvidado que más allá de escribir, de estresarnos por el cierre de edición, por ser reconocidos, está la labor de informar y educar a la población, de sensibilizar, de crear personas críticas que puedan opinar. No sólo es crear controversia es darles argumentos; no es desinformar, no es saturar. Ojalá pueda lograr mi objetivo, si no, de menos, lo intentaré.

Aún tengo a esa niña soñadora y creativa, con ganas de transformar el mundo, con ánimos de luchar, de ayudar. Ésa soy yo, nací con un corazón soñador y el alma rebelde.

[No pienso cambiar al mundo; pero sí quiero que una parte de él sea un lugar mejor.]


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