lunes, 30 de junio de 2014

No te enamores de mí

No te enamores de mí, le advertí, sólo puedo traerte sufrimiento, siempre lastimo a los que quiero, no soy estable, soy voluble, me enamoro rápido y luego me aburro, seguramente luego me quejaré de que nadie me quiere cuando soy yo el que no quiere a nadie, soy como el agua de la playa que va y viene y que arrastra todo lo que toca hacia sí, para luego hundirlo.

Tengo la mala costumbre de decirle “Te quiero” a todo el mundo y es una lástima que todos me crean, sé que los hago sufrir, pero confío en que luego se olvidaran de mí, confío también que luego podremos ser amigos como siempre, como si nada hubiera pasado, como si todo el daño que hago se borrase con un simple “¿Cómo estás?”.

No te enamores de mí, ya de amor no me queda nada, todo lo que tenía lo entregue a alguien hace mucho tiempo y me quedé con nada, estoy vacío, una cáscara es lo que ves, dentro mío ya no hay nada, por eso cuando estoy solo a veces lloro y me entristezco, pero para los demás uso mi sonrisa tantas veces ensayada que parece real.

No te enamores de mí, te lo advierto, Yo quiero que me quieran, pero no puedo querer a los demás.

El buen lector. 


viernes, 20 de junio de 2014

Un día

Ha sido extraño, lo confieso. Por eso, hoy en la madrugada me di cuenta que él ya no me afecta, no me provoca un temblor en las manos, en las piernas ni hace vibrar mi corazón. 
Hoy me he dado cuenta que no me puede alcanzar y que el olvido y el perdón van ganando terreno para sanarme la herida. 
Sólo debo recordar un día a la vez. Recordar que no me afecte que él lea mi Twitter ni que me ponga Fav ni si me habla para engrandecer su ego. Un día a la vez, así llega el perdón y el olvido… 

miércoles, 11 de junio de 2014

Dos años

Cuando iba camino a cortarme el cabello pensaba sobre el tiempo en que lo dejé crecer, mis razones para hacerlo, todo lo que pasé y ahora mis motivos para cortarlo. 
Es cierto. Fueron dos años, dos años maravillosos en los que me encontré y aprendí a sanarme (algunas cosas). Pero también fue un tiempo complicado de muchos cambios, lágrimas y decepciones amorosas, casi una tras otra, una tras otra… 
Opté dejarme crecer de nuevo el cabello porque en febrero de 2012 conocí a Kat Von D y quería tenerlo como ella, larguísimo y, sobretodo, rojo intenso. En ese entonces terminé con G, quien quería una relación formal y formar una familia y yo huí, además era obsesivo y posesivo, como tenía miedo de que me siguiera o me encontrara decidí pintarme el cabello de rojo y me sentí mejor. 
Un par de meses después conocí a A, un patán que fue mi crush por Twitter, y en ese momento tenía un poco más largo el cabello. Al mes se fue, se fue en serio, sin decir nada. 
Creo que el compromiso de ser madrina de Julieta también me animó a tener de nuevo melena, en ese momento lo volví a teñir de negro porque ya me había hartado el rojo, además que es mucho trabajo mantenerlo en tono. 
Tuve mi gran crisis, mi pérdida de fe. Mi encuentro conmigo y aprendí lo importante de buscar ayuda y el apoyo de mis amigos. 
Después vino P y me hizo feliz, su veganismo me estaba transformando; pero también me exasperaba la costumbre de sólo salir a esos lugares o comprarle chocolates veganos, era una cosa loca. Desafortunadamente, me rompió la ilusión, exactamente, en los primeros minutos del 4 de enero de 2013. Un par de semanas más tarde decidí comprarme una planta y cuidarla y hacerme responsable por ella, se murió en mayo; soy floja incitadora de vida. 
Entré a El Universal, estuve internada en el hospital, razón por la cual entré a entrenar box. Ahí conocí a Al, un hombre del que aprendí de libertad, compañía y claridad. No sé por qué se acabó; pero me acompañó a tatuarme, soportó mis sulfuros, mis penas y, a veces, mis lágrimas. Lo quise y aún lo quiero por todo. Fueron tres meses en los que me encaucé en una maravillosa aventura que quedó en puntos suspensivos. ¿Por qué? Porque es mi amigo y alguien que no sólo vio una parte de mí sino un todo, realmente un todo y aún lo sigue viendo. 
Casi a la par, llegaron las dos "aches" en mi vida: He y Hu, mis grandes desastres. Me enamoré del primero; pero anduve con el segundo. Lastimé al primero por mis tonteras al andar con el segundo, de quien no me enamoré. Bueno… ahí toqué fondo y me deprimí porque perdí a alguien que quería; pero me perdoné y lo dejé ir. 
Por ello, quise dejar mis desmadres amorosos por un tiempo, sin embargo, cuando menos lo esperaba llegó An a mi vida y en los últimos cinco meses se convirtió en mi felicidad, en mi amigo y muchas cosas. Aprendí tanto y ahora me doy cuenta. Se ha ido, sí… pero me ha dejado muchas cosas que perdí y olvidé en el camino. Este cambio fue tan fuerte e insoportable que decidí cortarme el cabello, necesitaba verme diferente, cambiar en serio. 
Doné mi cabello el 31 de mayo a Rizos por la amistad para una peluca para una niña con cáncer, fue gratificante ayudar a otro y ayudarme en el proceso. 
Dos años, dos largos años de cabello que se fueron en un par de horas. 
Dos años, adiós… 

jueves, 5 de junio de 2014

Cajita para los patos

Ayer mientras estaba en Centro Comercial Santa Fe, siempre intento entrar a Mascota para poder agarrar algún perrito o conejo, también para babosear los artículos para perros –con tanta cosa novedosa que hay ya– y así darme una idea para después comprarles algo a Lany y Yadira, no ahí porque es carísimo, pero sí en otro lugar.

Total que estaba acariciando un conejito y se acercan un tipo y una tipa “bien” –ropa de marca, presunción al por mayor y el clásico acento de papa en la boca– a agarrar al perrito que unas trabajadoras de la tienda tenían suelto y empezaron a preguntarle: “¿qué raza es?, ¡ay, está divino!, ¿cuánto cuesta?” Acto seguido pasaron a ver a los conejos y patitos (donde yo me encontraba) y le preguntaron:

- ¿Cuánto cuestan los patos?
- 83 pesos.
- Genial y ¿ellos dónde viven?, ¿en una caja?


Quería tener un revólver o un cuchillo, me dieron ganas de matarlos. ¿Una caja?, ¿en serio? Quisiera que esos niños “nice” vivieran en una pinche caja para que sintieran lo que un pato sentiría viviendo así. Aún sigo molesta. Es indignante que un ser racional pueda creer que un animal no es digno de vivir bien y con libertad.