jueves, 23 de agosto de 2018

Hablemos de La casa de las flores

Todo mundo está hablando, bien o mal, de la nueva serie sensación de Netflix: La casa de las flores. En tan sólo dos semanas se ha vuelto todo un éxito y he leído comentarios que van desde "pinche serie chafa", "ay, sí, ustedes odiando a Televisa y en Netflix sí ven novelas" o "¡qué divertida está". Pero yo hablaré de varias cosas que noté en la serie, que me gustaron mucho y me hacen pensar que no es una novela más de la escuela Televisa, ahí va:

(ALERTA DE SPOILERS)

Hay sororidad
Así es. En esta serie desde el capítulo 1 cuando Roberta deja la carta explicando todo lo que pasó y luego en el siguiente capítulo cuando Virginia lee la carta no quiere tomar venganza contra Micaela (hija de Roberta) ni tampoco grita como loca que la odia y que quiere destruir a ella, su gente y su memoria. No, al contrario, toma un tanto las cosas con calma y, cuando hay una escena en el cementerio, se ve cómo ambas se toman las manos y se vuelven cómplices de una u otra manera. ¿Cuándo hemos visto eso en las dramáticas producciones de Televisa? 

Mujeres fuertes
Aquí se encuentra una delgada línea entre ser una mujer fuerte y una mujer que deja todo por su familia. Tanto Virginia como Paulina son las que mantienen a flote a la familia, quienes están conscientes de las situaciones reales que les pasan y son las que resuelven todo, pese a las adversidades. Al final, Virginia le dice a Paulina que viva su vida, que disfrute a su familia, que sea feliz. Además, ambos personajes se mortifican (con razones justas), pero no se tiran a la chilladera, ¿verdad, Victoria Ruffo? 

Se asoma la diversidad 
Sí, lo hacen ver cómo algo frívolo, pero es súper padre que se muestren travestis, transexuales y gays sin el escarnio propio ni los chistes pendejos que suelen hacerse en televisión abierta. Aquí nos muestras a las drag queens como las reinas-divas que son, no como tipos disfrazados fingiendo ser "vestidas". O cuando María José pasa por la revisión en el Reclusorio y es discriminada porque no en su pasaporte sigue siendo hombre o la nula posibilidad de poder ejercer como abogado aquí en México, ésos son pequeños destellos de lo que viven las personas trans en nuestro país. Lo de gay/bi de Julián pudieron abordarlo de una forma menos frívola y absurda, pero al menos se hablan más de estos temas. La bisexualidad en series mexicanas rarísima vez se toca.


Ya para cerrar. Hay contenido muy diverso en Netflix sino les gusta ser parte de la perrada, dejen que al menos los demás disfruten a gusto. La neta esa serie tiene cosas chidas y hay que alcanzar a verlas. 


lunes, 13 de agosto de 2018

¡Qué triste es ser Godínez!

Es muy triste odiar los lunes y esperar a que llegue el viernes.
Es muy triste no poder ser libre de hacer lo que uno quiere.
Es muy triste que a uno no le alcance la quincena.
Es muy triste que los días se definan en cuánto falta para la siguiente quincena.
Y es muy triste que uno tenga que ir al baño a jugar con el celular porque en tu lugar te regaña el jefe.


miércoles, 8 de agosto de 2018

Viajar sola por el mundo

En mis 28 años, pocas veces me he atrevido a viajar sola por México (o por el mundo) y es que mi mamá siempre me recomendó ir en bola para evitar los peligros. ¿Peligros de qué? Es evitar que alguien se aproveche de ti.

Desde que entré a la adolescencia, medio mundo me recomendó nunca decir que estaba sola. "Si te vas a vivir sola, nunca se lo digas a nadie, di que vives con tu novio, tu primo, tu hermano, nunca digas que con otra mujer", "si viajas sola, nunca digas que vas sola, di que esperas a tu novio, tu primo, tu tío", "si vas sola a un bar, di que esperas a un amigo, un primo, a tu novio, a tus amigos", "si vas al baño y no terminaste tu copa, pide otra, no vaya a ser que le hayan echado algo", "pide siempre que te abran la cerveza frente a ti". 

Mis padres me empezaron a dar pruebas de alcohol cuando era adolescente y no por irresponsables, sino para que reconociera sabor y olor y me alejara en caso de que percibiera algo raro. Por supuesto que me sirvió. Odio las barras libres porque reconozco el alcohol adulterado y lo he comprobado en más de una ocasión con personas ebrias y estúpidas a los dos tragos. Todo son recomendaciones y, de algún modo, te sirve. 

Cuando viajé a Playa del Carmen recuerdo que el primer día, una amiga y yo fuimos a comer (viajábamos solas), un chico del restaurante empezó a coquetear con ella y le preguntó "¿vienen solas?", me apresuré a responder: "no, vinimos a visitar a un tío, nuestros primos nos alcanzarán en el malecón". No volvió a hacernos la plática. 

Ella me preguntó el porqué respondí eso. Fue sencillo: nunca digas que viajas sola. Si nos preguntaban, ambas mentimos un par de ocasiones, no admitimos que viajábamos solas por seguridad. 

Hoy en la mañana desperté consternada por la noticia de otra mujer asesinada mientras viajaba sola. ¿La respuesta? Como siempre fue culpa de ella por no ir acompañada de un hombre. Es horrible pensar que ningún sitio es seguro, que ninguna está a salvo ni puede realizar sus sueños de viajar por el mundo porque puede ser asesinada brutalmente y luego juzgada por la sociedad. 

Me entristece que no podamos ser mujeres libres...