lunes, 12 de marzo de 2018

Ya soy toda una señora

Voy una o dos veces por semana al mercado, ya me reconocen mis vendedores de confianza, pero hoy les platicaré del señor de la carne.

El señor de la carne es un hombre de unos 60 años, muy amable, siempre lo veo sonriendo a su clientela y te recomienda algún corte o carne específica para algún guisado, me cae bien, PERO... me dice "señora". 

La primera vez que me llamó así los ovarios casi me estallaron y tuve ganas de darle la espalda con el afán de no comprarle nada en la vida, pero la carne que vende es la mejor de la comarca (y a buen precio #YaSoyUnaSeñora). Lo vi por el lado positivo: tal vez ya está acostumbrado a que todas las que van son señoras-señoras y pues se confundió, ¿no? Es válido. 

Después fui otra ocasión y una señora-señora le dijo "despáchele a la señora", o sea yo, ¡¡a mí me llamó señora!! El señor de la carne me dijo "¿qué va a llevar, señito?", y me resigné. 

¿Ya pa' qué me enojaba en mis adentros? ¿Pa' qué chingados hacia corajes? Ya soy toda una señora, lo acepté. La verdad, no sé cómo sentirme al respecto porque nunca he estado de acuerdo con que me llamen así y también porque no estoy casada (pero estoy juntada viviendo en amasiato) ni tampoco tengo hijos. No sé, no termino de convencerme, pero dejo que el señor y mis vendedores de confianza me llamen como quieran (*sigo pensando...*)

...¿serán las canas? *cries in spanish* 

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