jueves, 16 de junio de 2016

Me robaron la calma y volví a tener 11 años

Hoy mientras esperaba el camión en la esquina de mi casa, escuchaba mi música y veía cómo el transporte brillaba por su ausencia. 

Desperté de buen humor. Hoy veré a mi novio, iremos al cine a ver Warcraft  y comeremos palomitas y tacos al pastor, ¿qué más se podía pedir?, además me divertiría en el trabajo. 

Pero. 

Un pendejo, un hijo de puta, decidió arruinarlo. ¿Cómo? En su auto, desnudo y con el vidrio abajo se apareció frente a mí para que viera su pene… ya ni siquiera recuerdo qué diablos me dijo, perdió importancia o mi mente lo borró. 

No supe cómo reaccionar. Me volví a sentir igual de vulnerable que cuando tenía 11 años, con mi uniforme de secundaria diurna escondida en el zaguán de mi vecina porque perdí la noción de realidad. Reviví el pánico y sólo me puse a llorar. Le grité: "maldito cerdo"; pero nadie hizo nada. Nadie me preguntó qué me pasaba. Nadie me apoyó. Un chico pasó y se rió, no sé si de la situación o de que tenía un bonito día, pero me sentí peor. Sólo quería huir. 

Tomé un taxi y veía a todos lados, pensando que el tipo estaría ahí acechándome. Esperando mi descuido. No pasó nada. Estaba tan en mi rollo que ni me di cuenta que el taxímetro estaba alterado y me sentía tan triste que ni siquiera le reclamé por el exceso en un tramo que me vale hasta 18 pesos. Mis fuerzas se fueron de paseo un ratito. 

Luego vino la rabia. No anoté el número de placas y quiero olvidar la cara de mi agresor porque es eso: un puto agresor que me jodió el día. 

¿Por qué? Porque se robó lo más valioso que todes tenemos: la tranquilidad. Se llevó mi tranquilidad y mi seguridad de caminar sin saberme observada o perseguida. Me jodió el buen inicio del día. Esfumó mi felicidad y deseo que a ese maldito le pase lo peor, que choque, que ALGO le pase, ese tipo de personas ni siquiera deberían reproducirse. Y lo odio, igual que odio al que me robó mi inocencia, mi felicidad, mi tranquilidad y confianza cuando tenía 11 años, una estabilidad que me costó muchos años recuperar. 

Pero aún falta día y como todas luego de una agresión sólo nos toca recomponernos, rehacernos y volver a sonreír. 

Que nadie nos quite la sonrisa, si nos la arrebatan ellos habrán ganado. 


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