Desde que era niña, luego del divorcio abrupto de mis papás, me quedé medio rotita de las ilusiones y me prometí tres cosas: NO casarme, NO tener hijos y (¿para qué?) (para) NO repetir la misma historia, que estaba casi-casi segura que ése sería mi destino y digamos que durante muchos años busqué reafirmarlo con divorcios por doquier en la familia, infidelidades y cosas por el estilo.
Durante mi adolescencia, de forma inconsciente, me involucré con tipos tóxicos a más no poder y en quienes, más tarde, pude encontrar un patrón clarísimo, siempre era lo mismo: no podían/querían quedarse conmigo. O sea sí me querían, pero...; sí querían estar conmigo, pero...; sí les gustaba, pero...; siempre había un "pero" y creí que la culpable era yo (que sí lo era) y también me era "normal".
Así que así pasé mi adolescencia sintiéndome pachiche y depresiva, recibiendo relaciones que me dejaban más vacía que como iniciaba. Estuve, durante toda la prepa, enamoradísima de un güey que al final dejó verme lo mierda que era, además creí que estaba embarazada y él se portó muy culero como para decirle las cosas. Después de eso pasé aaaaños sin involucrarme con alguien, así a secas.
En la Universidad no creía ni en el amor ni la amistad, tenía muy pocos amigos aunque era muy sociable y alegre, sonreía todo el tiempo; pero traía mi propio infierno y depresión por dentro, una depresión que nadie supo (hasta muchos años después). Poco a poco vi que no se volvería a repetir la historia de la prepa en la que mis "mejores" amigos me darían la espalda y el "amor" sería un culero, confié de nuevo. Fortalecí los pocos amigos que hice y empecé a forjarme carácter. Bajé de peso (importante acotarlo) y mi autoestima empezó a subir.
Comencé a salir con chicos, nada sanos, como el junkie de Dani o el mujeriego de Diego o el imbécil de Aquiles. Un tropiezo tras otro, tras otro. También tuve excelentes oportunidades con chicos agradables, tiernos y sinceros a quienes los mandé a volar, directo y sin escalas porque #Hueva; no todo fue caos, dos novios fueron honestos y tuve una relación chida aunque corta con ellos y les agradezco.
Poco a poco la vida me empezó a mostrar que algo estaba mal conmigo. Fue hasta mi pérdida de fe en 2012 cuando descubrí (D-E-S-C-U-B-R-Í) que todo este ir y venir emocional tenía una razón más profunda; pero tampoco salí tan-tan fácil. No quería comprometerme porque #TraumaInfantil.
Por allá de 2014, cuando escribí la serie Diario de un ex amor donde me dije: mi chula, ya no mames, algo no está bien, algo está mal, quédate sola un tiempo y veamos cómo resulta. Y resultó bien. Descubrí mis errores y me perdoné tanta chingadera que permití hacerme y que me hicieran, empecé a hacer cosas sola, me derribé miedos, pero... aún no del todo.
Creo que la única persona a quien se lo dije en un momento, por allá de 2012 en nuestras pláticas extensas, fue a Sara. ¿Qué le dije? Acepté que sí quería casarme y formar una familia*, que sería bien padre vivirlo y convivir con alguien más porque no lo tuve, construir al lado de una persona a quien amas. (*aclaro: sigo firme en no querer hijos).
Después lo volví a enterrar. ¿Por qué? Bueeeno... porque una chica "ruda", con pinta de no tener sentimientos y no ser sensible ni cursi ni esas mamadas y con el corazón roto, recibiendo "peros" no podía aceptarlo ni gritarlo ni decírselo a cualquiera o a nadie.
Dicho eso, ya es hora de hablar claro: sí quisiera compartir mi vida con alguien, así de "tú" a "tú" pa' formar un "nosotros", amanecer con esa persona y verle dormir a tu lado y como dicen en The Wedding Date: "solucionar las peleas con sexo".
Con esta declaración (reveladora) acepto que soy una morra que madrea si se encabrona, sueña despierta, hace berrinches, es un caos, muchas veces no sabe qué es lo que quiere o pa' dónde va, pero este pedacito de caos (o de cielo) no es una roca y quiere compartir su universal existencia.
Jajajajaja hasta me dieron ganas de llorar porque lo acepté. Sean felices mientras me voy a chillar echa bolita en mi cama...
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