lunes, 11 de enero de 2016

Divagando a esta hora sobre la muerte

La madrugada del viernes murió mi madrina, cercana a mi papá desde muy jóvenes, murió a causa del cáncer. Tenía cáncer en los pulmones y según me cuenta mi mamá ya tenía metastasis. La operaron a finales de noviembre para sacarle agua del pulmón e intentar extirparle varios tumorcillos, pero no pudieron con todos.

Ella, apenas pasando los 50, tenía todos los pronósticos en contra e incluso los doctores decidieron esperar a que su cuerpo se fortaleciera para recibir las quimioterapias de lleno y luchar contra el cáncer... de nuevo.

Cuando tenía como 13 años, a mi madrina le detectaron cáncer de mama. Sobrevivió. Y, desafortunadamente, tuvo que volver a verle la cara de frente y sin tapujos a ese cabrón silencioso que es el cáncer.

Durante seis meses, su familia se desgastó entre idas al hospital, quedarse a hacer guardias, ver segundas opiniones, intentar animarla, apoyarla para que no se dejara morir, pero dejó solo a mi padrino y creo que esa fue la despedida más triste que he visto.

En su velorio el sábado, antes de que la llevaran a incinerar, él se despidió, la llamó "chocolatito", le agradeció tantos años de amor, por su familia y porque le enseñó a cocinar, a ser un mejor hombre. Ahora está solo y sólo esperamos que no muera de tristeza que para él sería fatal con sus infartos previos...

Es una tristeza y odio ser tan blanda cuando veo la tristeza ajena. Me desarmo, se me caen todos los escudos y no soporto ver a un cadáver de frente, me choca que mi mente asocie que ese cuerpo ahí está dormido, en cualquier momento despertará, me dijo. Y no. La muerte es compleja.

Me cuenta mi mamá que el 31 de diciembre con todos reunidos se despidió, uno a uno, igual que el día que murió.

A veces el único consuelo que me queda cuando pienso en ella o en mi abuela o en mi abuelo es que están vagando por el Universo, mirando cómo nos hacemos bolas con tonterías y dejamos de vivir las cosas por miedos y tonterías, ellos sabiendo que deberías disfrutar más y postergar menos. Abrazar más, amar más y enojarnos menos.

Sé que todos vamos para allá, pero ¿tiene que ser tan doloroso...?

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