viernes, 31 de julio de 2015

'Filofobia' o del miedo injustificado al amor

Eso me dijo una amiga sobre mi desastroso comportamiento en mis relaciones, justamente, desastrosas hace un par de años. En aquel momento me enojé muchísimo porque me sentía juzgada por una persona que -yo creía- no había vivido otras relaciones más que con su noviecito adolescente, con quien soñaba casarse (y ya se casó) y ni vida social "decente" tenía, principalmente, por las extenuantes jornadas en la carrera.

Se supone que la filofobia es el miedo injusticado al amor, a enamorarse topándote con relaciones "imposibles" e "improbables" donde sólo te provoca sufrimiento para reafirmar (of course) que nunca encontrarás la persona correcta/adecuada. ¿Una mamada? Sí. Y lo increíble es que una amiga veía esa definición en mí, en mi situación, en mi forma de vivir el amor. Equivocada o no, ésa era su impresión y, quizá, sí lo proyectaba en esos momentos.

Puede que tuviera razón, no en que tenía miedo -remarco- injustificado al amor sino que tenía pánico a que me trasquilaran como lo habían hecho con anterioridad. Tenía ese miedo justificado a que me quedara con un tímido que sólo usara en su vocabulario la palabra "raro" para definir todo, aquel que no me retara intelectualmente, aquel que no me hiciera reír o alguien que me lastimara a cada momento y me expusiera la piel con diferentes heridas (de cualquier tipo).

Inconscientemente, tampoco planeaba -para nada- quedarme con un tipo que me ahogaba con celopatía, ni con quien tenía problemas de alcohol -como mi padre-, o un mujeriego -como mi padre-, o alguien que sí quería quedarse conmigo, pero no podía por equis o ye hacerlo -como mi padre-.

En pocas palabras y de un modo que ni siquiera sabía, pero mis pensamientos más profundos sí, tenían un plan diferente para mí y me protegían de una coalición más cabrona.

No era miedo al amor ni a enamorarme ni a vivir una historia apasionada de locura en nombre de Cupido, no; siempre fue el miedo a acabar con personas equivocadas y que sabía que lo eran. Pero. Nomás me gustaba probar pa' no quedarme con las ganas.

Y no, no me arrepiento de todos los tropiezos, las pendejadas que cometí, los embrollos injustificados, las metidas de pata, el corazón hecho trizas en infinidad de ocasiones... nah, eso es para quien neta sí le tiene miedo a amar.

A mí me encanta (ba) sentir el amor, algo así como una filofilia, así pues lo que me dijo mi amiga resultó ser cierto, pero no tanto, a la inversa o sea fue una mamada. Miedo ella que se casó con el único al que conoció, ¿yo qué?

No hay comentarios:

Publicar un comentario