Soy Yuriko y soy chilanga. Nací el 13 de noviembre de 1989,
en la muy provinciana Ciudad de México, donde crecí y he vivido desde entonces.
Cuenta mamá que mi nacimiento fue en un hospital privado y exclusivo, que fui
una hija muy deseada y esperada, pero yo he llegado a sospechar que me
adoptaron porque soy la más rara de mi familia. Además no me parezco a ninguno
de mis papás.
Tengo una maldición, terrible y escabrosa, soy hija única.
Oh, sí. Hija y única, tremenda combinación. ¡Pobre del hombre que quede
conmigo! Y no porque soy la hija querida de mis padres, sino porque a veces se
me van las cabras.
Tengo dos regalos importantes en mi vida: el disco de
Hércules y la primer Olivetti de mi mamá. Cada uno, por separado, tiene una
razón de ser en mí. El primero, fue el único regalo que todavía conservo de mi
padre, me lo dio muy niña (y antes del divorcio) mientras que el segundo fue mi
más preciado (y doloroso) “juguete”, mis dedos lo padecieron durante semanas
hasta que se acoplaron a las teclas y la destreza aumentó.
Me gustan los animales, principalmente los perros, los
gatos, los loros, los pingüinos y los cuervos. Las palomas me disgustan y las
ardillas son como ratas, pero más amaestradas y astutas. Quiero un loro que me
diga: “¡mamá, guapa!” todos los días aunque me sienta pachiche y deprimida,
deben admitirlo nunca está de más un halago, aunque provenga de un animal
entrenado.
Reconozco y acepto mi relación muy masoquista con la ciudad.
Muchas veces, lo mismo que me gusta también es lo que odio: el tránsito, el
caos, la gente, los encharcamientos, la inseguridad (eso lo odio); los puestos
de carnitas, las tortas, los pastelitos, los rincones insospechados de paz, sus
parques, el sonido tranquilo de la lluvia o la ciudad vista desde mi cerro
(todas esas cosas, quizá más, son las que amo).
Tengo un carácter irónico-sarcástico-burlón-romántico que me
hace peculiar. Soy vanidosa, aunque no en extremo, tengo los ojos ligeramente
rasgados, uso labial rojo y mis cachetes siempre rechonchos. Calzo grande. He
teñido mi cabello de colores y he pensado, muy seriamente, en raparme; pero no
me atrevo.
Debo confesarlo: no he leído a Cortázar (aunque lo he
intentado cuatro veces), soy pésima gimnasta y no he tenido eso que la gente
llama “relación larga”, la verdad nunca se ha dado, pero tampoco sufro por eso.
Me deprimo con facilidad y a pocas personas les cuento mis
miedos más profundos o saben de mis ataques de ansiedad. No me gusta diciembre
y febrero me trata mal, recupero mi ánimo completamente hasta marzo y en las
fechas decembrinas son la época donde peor me la paso y más sola me siento.
Fui un intento (muy desastroso) de boxeadora, entrené en la
UNAM, fue la única forma de desestresarme. Golpe aquí, golpe acá y el estrés en
nocaut. Oh, sí, a los miedos se les vence. Afortunadamente los míos jamás
aprendieron a pelear ni a nadar y mucho menos a meditar, (gracias, chicos).
Me atrae lo desconocido, siempre he sido una curiosa de
primera marca y eso me ha llevado a conocer situaciones extrañas, agradables y
desagradables (las menos).
Estudié periodismo en la UNAM donde empecé a
formarme sueños e ideas que, hasta hace poco, me parecían inalcanzables.
Considero que mi fuerte son las entrevistas y en algún momento me gustaría
publicar un libro con retratos de personajes cotidianos, historias personales y
cercanas, algo que a cualquiera de nosotros nos podría pasar, esas cositas que
sabemos que están ahí, pero que no vemos. No me cierro a nada. Soy de las que prueban
sabores nuevos de helado, pastas dentales nuevas, platillos nuevos, experimenta
en la cocina, en el amor, en la vida. Eso busco plasmar en mis textos y en mis
trabajos.
*Escrito para el Taller de periodismo narrativo
Las primeras dos palabras me impactaron, Yo diría "mi nombre es Daniel" porque el yo es como mucho más que el nombre, más que la suma de todas las cosas que has descrito de tu personalidad :P, bueno ya, me hizo pensar en eso. Cagada tu percepción de las ardillas haha.
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