jueves, 20 de febrero de 2014

Carta a un caballero

Caballero:
Me pregunto si será correcto llamarle así por este medio. No lo sé, espero me lo diga usted.
Creo que se ha ganado ese título por ir de puerto en puerto probando las delicias que se le presentan en la puerta de su morada. Si es que eso es posible a usted jamás le falta el pan y el vino deliciosos en la cena, la carne condimentada en la comida y la leche fresca en el desayuno, usted jamás padece hambruna por eso le dicen caballero.
Le llaman caballero porque abraza como quien toma a la noche como su fiel compañera y a la luna por confidente externa. Sus ojos arrasan los bosques, guarda pinos y lagos, los cuales ofrece en cada mirada lasciva que avienta a su próxima víctima inocente.
No sé porqué le sigo diciendo "caballero" cuando me ha tomado el pelo. Sí, ¡el pelo! Las piernas, la espalda, los muslos, las caderas, los senos, me ha mordido los labios, el cuerpo y me sangró la razón. ¿Por qué llamarle caballero cuando usted me hirió las alas y mató la ilusión? No tiene sentido y yo no tengo razón. Usted, para mí, ya no es un caballero.
Un caballero no juega a las escondidas en un laberinto de rostros falsos de la sociedad contemporánea, no cierra las puertas de su castillo a la doncella que le ha ofrecido su pañuelo de seda azul al hombre que, seguramente, la enamoró. No.
No me venga con cuentos de que el caballo se lastimó. Lo sé todo, caballero. Usted gana corazones al por mayor, enamora, toma, roba, ultraja, vive, saquea y posee a cuanta joven se le pone en frente. No me mienta... todo se sabe en este pueblo tan pequeño.
Usted viene de tierras lejanas, pero el territorio es corto, los chismes corren rápido.
Ni se moleste en ofrecer una disculpa, no tendría caso. No me busque porque lo lincharía si vuelve.
Oh, caballero, qué triste es saberme una más de su lista de conquistas de puerta en puerta, haciéndose una víctima cuando es usted el verdugo. Pide agua cuando guarda vinos costosos en su cava de ébano. Limosnea pan cuando tiene en casa los más exquisitos banquetes de la zona. No se jacte de puritano que no le va. no le compro la idea.
No le digo que soy santa porque me comí su cuerpo y no me apena decírselo. Soy así y no me avergüenzo, caballero. Porque soy "la mejor mujer en el mundo", pero también me llegué a "sentir demasiado niña cuando estuve con usted".
Me confieso "nerviosa" para estar de nuevo entre sus brazos. Cosa que dudo pase, yo detesto las mentiras y usted lo sabe mejor que nadie, espero su memoria sea igual que su carácter "tan firme" y su mirada tan cambiante.
Caballero, qué triste es ver la realidad llena de patanería disfrazada de trajes de lino y zapatos de cuero. Camisas de seda y guantes de algodón. Espada dura y cabeza de teflón. Así es caballero, me da asco volverlo a ver. No sé si pueda soportar cada uno de sus engaños. Me siento decepcionada de usted y he llegado a creer que usted no es un caballero sino que usted es un simple hombre.

Como tantos otros, como tantos del montón.

[Para Alberto. Texto escrito en 2010]

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