Mario Benedetti, La tregua.
¿Por qué no aceptamos que somos felices con lo que tenemos? ¿Por qué siempre queremos más? ¿Quién nos dijo qué es la felicidad? Para mí, no son simples matemáticas ni un 10 ni tener auto ni una casa en las lomas; la felicidad es reír, es llorar, es enamorarte y también sufrir. ¿Por qué sufrir significa felicidad? Porque sentir significa estar vivo y eso es suficiente felicidad. No sé a ciencia cierta qué es, cómo se ve o a qué huele. Supongo que huele al aroma de la tierra mojada o el crujir de las hojas secas en otoño, el cantar de los pajaritos en primavera o el sonido de la primera gota de lluvia en junio, quizá huela a madera y cítricos como tu loción o frambuesas como tu shampoo; quizá sepa a los fideos de mamá o al pay de limón o al ponche en invierno. Tal vez, sea como rozar la piel desnuda del otro o caminar juntos tomados de la mano y en silencio o besar su boca con pasión y amor. La felicidad quizá sólo sea verme reflejada en tus ojos negros, profundos y ver mi expresión en tus pupilas, que me mires extrañado y reírme; eso... eso es felicidad para mí.
La felicidad, como las mejores cosas de la vida, viene siempre en pequeño y no está a la vista como regularmente se cree. Hay que ser observador y sensible para poder captarle.
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