lunes, 24 de septiembre de 2012

Sin contacto


¿Qué hacer cuando la sobredosis de emoción, pasión y seducción se escapan incontrolables por la mirada? Me ha pasado, me pasó. Déjate llevar por el mar de emociones y sentimientos encontrados en el alma. Sin culpas, ni represión.
Las miradas que cruzamos, las miradas que nos dimos, las miradas traicioneras, las miradas culpables, las miradas seductoras que me arrastran a la tuya.
¿Has hecho el amor con sólo una mirada? Lo he hecho, lo hice. Me dejé llevar por esos ojos iluminados, deslumbrantes y expresivos.
¿Qué nos pasa? Te miro y me confundo...
Entre la música sensual de nuestras almas, el movimiento cadencioso de nuestras caderas -casi imperceptible al público en general-, los encontronazos de nuestro pecho, el choque de nuestras manos, de las piernas, del aliento; hacen una conjugación extraña de tangos coloridos y bailes latinos candentes. ¿Te ha pasado?
Hice el amor mientras bailaba con tu alma, con tu mirada transparente y perfumada. Lo único que necesité fue una mirada, música acústica, una luz tenue en la oscuridad densa, un escenario, un ritmo y las dos almas.
Hice el amor con y sin ti (fue con el alma), no fue tu esencia fueron tus caricias por debajo de la mesa sin tocarme y sin imaginarme que lo hacías. Hicimos amor y seducción con la mirada.
Con una mirada risueña de pasión, sonrientes en la complicidad, en el juego. Te miro, me miras. Somos cómplices del baile pecador de miradas, de roces fortuitos de pieles y alientos en el escenario ocupado por los "Sinrostro"; en él sólo estamos tú y yo bailando, iluminados por una luz roja intensa que nos encierra en un círculo vicioso de música y movimientos corporales... espirituales.
El deseo incrementa, descontrola la mente. Se nos sale de las manos y se vuelve descarado entre las miradas inquisidoras y acusativas de los "Sinrostro”.
No quiero que pare la música de nuestras almas, quisiera que se parara el tiempo en este instante remotamente eterno; me encantaría que los demás dejaran de criticarnos por lo que hacemos con el movimiento; deseo con toda el alma que no te desprendas de mi esencia, de mi espíritu; oleré tu fragancia por un momento más para guardar el recuerdo de ti y tu calidez distante (será nuestro secreto, cómplice alarde).
Sin embargo, inevitablemente debía pasar el decir adiós, es lo más difícil que puede hacer un vagabundo de almas y mundos antiguamente melódicos como lo soy yo.
Un adiós - de nuevo- dicho con nostalgia en la mirada; esperando una tercera, una cuarta, una quinta vez de encuentros... prolongando el momento en que realmente nuestros cuerpos puedan encontrarse cara a cara así como las miradas, entristecidas, reclaman y exigen.
De nuevo, te digo "hasta luego..." -con característico tono y disimulo- mientras que los reflejos oculares expresan un deseo, se dicen un te quiero...

[Que la música vague por el Universo de los cuerpos amantes que bailan la melodía del amor furtivo y cautivo en notas dancísticas increíbles de reflejos dorados con trasfondo azucarado a mentol.
Que el deseo se haga cada vez más intenso y aventurado a medida que se prolongue más el día de encontrarnos como lo hemos soñado porque cuando suceda, seguramente, nuestros cuerpos lo harán salvajes y violentos por el desenfreno contenido por tanto tiempo de espera.
Deseo música, deseo un escenario, deseo una mirada... te deseo a ti.]

[Texto escrito en 2010 para un caballerito. Sé que te casarás en dos semanas...]

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