domingo, 8 de enero de 2012

Sobre el amor

                                                        “Ella no lo ama: lo usa. Él tampoco la ama: la desprecia.
Está enamorado de su sufrimiento y su sufrimiento es vano.
Vivimos con fantasmas y nosotros mismos somos fantasmas”
Octavio Paz en La llama doble, “Prehistoria del amor”.

Los males de amor no existen. Son creaciones profundas de nuestro ser fisiológico así que no culpe al otro de sus dolencias, son suyas y de nadie más y que, a veces, por la profundidad del sentimiento hacia el ingrato(a) es complicado erradicarlo y de ahí se deriva la tan famosa dolencia.
Casi siempre se busca una libertad común, una libertad compartida y, eso no existe, no es que yo lo diga, miles de personas me avalan, ya que los conceptos de libertad en el amor son distintos aún cuando los enamorados tengan una idea parecida, pero jamás llegan a un común denominador, “pues la libertad de hacer lo que se quiere es una frase desprovista de sentido cuando no se sabe querer algo”. Por ejemplo, aún con su concepto bien definido siempre habrá en una relación quien desea más, llevar las cosas más allá, establecer un compromiso o destruirlo por los celos, la posesión. Y en ambos casos, puede llevar al sufrimiento porque, en el primer caso, se le obliga o se siente obligado a cumplir y, en el segundo, por lo abrumador y desgastante que puede llegar a ser.
Y es que querer o amar a alguien nos resulta complicado ya que no surge al mismo tiempo –no es por generación espontánea y sincronizada–, ahora, imaginemos, si no nace ese sentimiento a la par ¿cree que pueda dejar de sentirse en un mismo instante? Reflexione: ¿amar sin ser amado? Jodido ¿no?
Y es que para tener un amor libre, no sólo es erradicar diversos males, prejuicios, valores, etiquetas es como intentar ser iguales y eso, desde cualquier punto de vista, es imposible. No se asuste, mejor acomódese y disfrute del viaje de la vida, si le rompen el corazón, use cinta adhesiva y cree su propia concepción, correcta o errónea, del amor, de su amor y viva.

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