(Púchenle play y que empiece la segunda parte...)
-Has sido la grata
sorpresa en este momento de mi vida, le dije.
-Lo mismo te digo.
Exactamente lo mismo, me respondió.
¿Saben cómo se enamora a una chica con alas en cuerpo, mente
y corazón? Se le enamora dejándola libre, volar por los cielos para que después
vuelva. Así se enamora a una chica como yo o, por lo menos, así me enamoré yo en
esta ocasión.
Si hay algo que disfruto mucho de compartir mis momentos con
otra persona es que se me dé mi espacio, tiempo, aire y libertad.
Verán cuando salí con Andrés, en ningún momento hubo
contacto físico, sólo era charla y risas, nada más. Esa situación me tenía
bastante cómoda debido a que se respetaba mi espacio y, creía yo que las cosas
iban tranquilas, sin prisas, paso a pasito (como
la canción de Angélica María), sin sentirnos obligados a nada de nada,
libres pues (o esa era la idea,
básicamente).
Sin embargo, un domingo que fuimos a tomar un café a Plaza
Santa Fe (mira mamá, tienes una hija cool)
entre tanta charla, anécdotas de la facultad, logros estudiantiles, cositas
personales y demás, él, de pronto, me abrazó mientras estábamos sentados y me
puse roja.
Él tenía esa maravillosa capacidad por hacerme sonrojar con
palabras, gestos o acciones. Aquella ocasión no fue la excepción. Me sonrojé
porque no me lo esperaba y yo sentía su corazón todo acelerado en mi brazo,
supongo que él también notó mi cara de jitomate y cómo me estremecí. Más tarde,
y con más confianza, caminamos abrazados por la plaza donde nos encontramos a
uno de los Pikolines (horrible como el vómito
de perro, de verdad, y miren que soy experta en hombres feos…).
A la semana siguiente, le di un separador de Remedios
mágicos un “Aquí güey” que decía “Es sencillo ser feliz. Lo difícil es ser
sencillo” (muy chido el detallito, ojalá
aún lo conserve), una carta donde le agradecía su compañía y lo chido que
me caía además de unas gomitas de Wonka *entra canción de los umpa lumpas*. Ese
día, entrábamos a la sala para ver “El
lobo de Wall Street” en Loreto cuando de pronto ¡bam!, me agarró la mano,
les juro que de la impresión casi me caigo en una de las butacas de abajo (les digo, tenía esa facilidad habilidosa por
ponerme nerviosa y doblarme las rodillas), vimos el resto de la película
agarrados de la mano y después, como es larguísima, la terminamos viendo
abrazados.
Por esas fechas, escribí este texto para Él (léanlo) y, hasta ahí me
di cuenta que estaba empezando a enamorarme o que ya estaba enamorada de aquel
joven de cabellera larga, también porque Luna, amiga en común de ambos, me lo
hizo ver, me recomendó llevarme las cosas con más calma, sin tanto sentimiento
y corazón.
Fue en un karaoke en
Loreto. Charlábamos de esto y aquello. Yo sentía que cada vez se acercaba más y
más y cuando me iba a besar… le puse el cachete. ¡Sí, lo hice sufrir! (jamás me perdonó haberle rechazado ese
primer beso U_U). Después de bailar, medio “discutir” y hacerse el digno por mi “ofensa”, ahora sí se dio el primer beso. Sí fue como lo había
imaginado, aunque con calor y mucha gente.
Inmediatamente después
de una tanda de besos, él me dijo que estaba atravesando momentos de decisión
importantes en su vida, además de resolver otras tantas antes de pensar en una
relación formal (ojo: anoten este detalle
o, de menos, ténganlo muy presente) y que no deseaba hacerme perder el
tiempo porque no quería lastimarme ni hoy ni nunca (pufff, nos falló ésta, maifren).
También, ya platicando
con más calma en su auto, me expresó que debido a sus relaciones anteriores
donde las chicas enloquecían y lo invadían con mensajes, llamadas y demás, no
quería nada y que en cuanto él quisiera se iba a ir sin decirme “adiós” ni “gracias”.
Ahí lo paré y le dije que al menos me merecía un “nos vemos, muchas gracias”
porque no había sido ojete con él. Aceptó.
Yo asumí una posición en
ese momento demasiado ambivalente entre mi corazón y mi pensamiento, sabía que
no podía pedir nada ni esperar nada; pero ya sentía algo por él. Andrés por
su parte, tomó una postura también bastante contradictoria en el sentido de
que no quería nada; pero se comportó como si buscara algo, era como mantener la
velita del pastel prendida sin esperanza alguna.
Pese a la falta de
claridad, seguimos juntos, saliendo. Aunque yo me alejé un par de semanas para
aclarar mi mente, supongo que él hizo lo mismo. Grumpy fue testigo de mis
miedos y de todo lo que yo sentía por él, incluso antes de aceptarlo.
A fin de cuentas, regresamos y vivimos más cosas con intensidad. Sí, ya
estaba enamorada; pero no bastaba con eso: acabé pérdida y locamente enamorada
de él. Saben ¿qué se hace en esos casos?:
remar despacio y vivirlo, lo bailado nadie te lo quita. Así que pues qué
chingados, como buena mujer apasionada me aventé al ruedo…
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Esta canción de Moenia, una vez me la cantó... *se le sale la lagrimita Remi*
Te gustaba esa blusa, lo sé. |
Fue la primera vez que le mandé un beso fotográfico. Sí, estoy en pijama, lo que importa es la intención. |
Este es el bonito y práctico separador que le regalé :) ¡Me lucí, lo sé! |
Como lo hablamos en alguna ocasión: la honestidad en estos aspectos siempre es lo mejor y, por lo menos, él fue honesto (no muy claro, pero sí honesto). Ya pasará, al tiempo.
ResponderEliminarNo manches, si algo he aprendido en estos años de vida, es que, si una persona te dice: no quiero lastimarte, lo más seguro es que lo va a hacer. Es más, ya tiene el cuchillo afilado, apuntando exactamente a tu corazón y está a nada de clavarlo... y luego se dedicará a girarlo, meterlo más, a veces hay gente que hasta le gusta apuñalar una y otra vez. Creo que el hecho de "advertir" que no quieren hacerlo, les da una especie de "paz" o tranquilidad de consciencia para que no sientan que son unos monstruos de personas.
ResponderEliminarPor qué lo digo? Porque alguien que realmente no tiene la intención de herir, no tiene miedo de algún día poder hacerlo, esa gente que te quiere tanto que jamás sería capaz de hacer algo para lastimarte. Esa gente sí existe y no va por la vida diciéndole a la gente, que no quiere lastimarla, sólo no la lastiman y ya.
Hagamos una cosa busquemos un apodo para mi ¬¬. Aún recuerdo ese beso EVITE MIL VECES VERLo (ustedes no ayudaban). La mejor catarsis que puedes hacer es sacarlo así y provocarme una que otra carcajada jaja
ResponderEliminarYa te cambié el nombre.
EliminarAl menos lo escribo con humor. :3
Te duró cinco magníficos meses... A mí un mes, ahí voooy de pasguata y cuando digo 'va, quiero algo chido', salió con "me voy mañana". Nunca supe que estaba de paso en México =::::::::::::::::::::::(
ResponderEliminarEsto de ser mujer apasionada es lo mejor porque inspira escribir estas historias.
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