Petición: Pónganle play y ahora sí, empiecen la lectura.
Esta es la historia de un chico que conoce a una chica y una
chica que se enamora de ese chico, ésta no es una historia con final feliz.
Es una historia real que no le pasó al amigo de un amigo, me
pasó a mí y me rompió el corazón. Es una historia donde él se llama Andrés y yo
me llamo Yuriko, él tiene 26 y yo 24, donde yo estoy loca y donde la vida me
sorprendió con esa casualidad que duró exactamente cinco meses, ni un día más
ni un día menos.
Tengo esa bonita costumbre (muy maldecible a veces) de agregar gente que no conozco a Facebook
o personas que ubico de la facultad o amigos de amigos, por eso lo agregué. Siempre
me pareció un tipo guapetón. Debo admitirlo siempre me han gustado los hombres
con el cabello largo y esta vez no fue la excepción. Platicábamos de vez en
cuando por el chat y nos divertíamos.
Oficialmente nos conocimos en la celebración de sus 26 en un
bar en la Condesa, donde me sentí fuera de lugar entre tanto periodista
deportivo, sólo hablaban de fútbol y uno que otro chiste local. No encajé, es
la verdad. Y el lugar no está tan chido. Mi salida fallida fue sucedida por
largas charlas con él donde cada uno se empezó a interesar por el otro,
haciendo preguntas indiscretas y creando chistes locales. Nos estábamos
conociendo, vaya, o nos queríamos conocer.
Un domingo que llegaba del cine a medianoche, lo encontré
conectado y me puse a platicar con Andrés. Ahí él me dijo que si íbamos al
boliche, acepté. Debo decir que fue él quien me invitó a salir primero (nomás para aclarar).
Aquel 17 de diciembre iba formal a verlo (lo digo en serio, tuve una comida y una
debía ir con zapatito coqueto y vestimenta ad hoc al evento en Torre Mayor)
y él muy como él, es decir, tenis, pantalón de mezclilla, playera negra con
estampado de un grupo de metal y su cabellera suelta. Ese día nos divertimos,
platicamos horas y horas, hicimos chuzas, bebimos cerveza y nos empezamos a
conocer más en forma, como cuates.
No me puedo quejar para haber sido la primera salida después
de mis grandes desmadres amorosos, no estuvo nada mal.
Un par de días después, él me dijo que le gustaba, que
quería conocerme más y que le parecía una mujer (ojo) coqueta y atractiva (ay,
goooei, debí aplicar la de “toma tu número de la lista, mi rey, hay cola”).
Y admití que él también me gustaba y todas esas cosas que se dicen en las
declaraciones de amor vía internet (jajaja,
vía internet, bien modernos que somos, verdádedios).
Nos volvimos a ver, si no mal recuerdo, en la pedilla de su
amiga Eli en la cantina El río de la Plata. Pasamos antes a comprar libros y
ahí nos encontramos con Carmen Aristegui y nos tomamos una foto con ella, la
saludamos y nos sentimos grandísimos por lo ocurrido (¡par de ñoños!). En la cantina nos quitamos de formalismos y nos
coqueteamos abiertamente, era tan divertido pasar esos momentos con él. Queríamos
bailar; pero ahí es prácticamente imposible, así que lo dejamos para otra
ocasión. Me dijo que se iba a rapar para Año Nuevo, pero no lo hizo (creo que aún no lo hace, ¡sin miedo, maifren!).
En ese momento, él ya había descubierto, porque le enseñé mi credencial de
elector, que me llamaba Alejandra, así que él decidió nombrarme de esa manera
nomás porque se le había pegado la gana y quería. Así fue cómo él creó su
propia manera de nombrarme e inventarme.
Esa vez le dije que yo era una pólvora (como la canción de Los locos del ritmo) y por eso era mejor irnos sin
prisas porque se podría quemar o quemarnos o que todo valiera madre. Él aceptó
y me sentí más tranquila.
Naturalmente, tuvimos salidas más seguido al cine, al cine,
a tomar café y al cine (muy pinches
cinéfilos nosotros) sin mayores novedades que las de conocernos, reírnos y pasar
un rato ameno y agradable con el wey que te gusta, así, sin más…
Ah, para ese entonces, nos invadíamos con mensajes tanto por
Facebook como por Whatsapp con mensajes de voz, imágenes y mensajes re clásicos
de “que tengas buen día, besos”.
¿Pinche cursi?, sí, lo
admito, pero lo que vino después fue lo que hizo que lo quisiera, me enamorara
y lo dejara entrar en mi vida, dejándole ver mis miedos, mis demonios, mis
traumas, mis manías y ese lado terriblemente amoroso y detallista que había
enterrado hace siete años.
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Acá el vídeo de Pólvora de Los locos del ritmo, por si no la conocen. Por cierto, también le puse la canción, pa que no quedará duda.
Aquí con Carmen Aristegui en Gandhi de Madero. |
ResponderEliminarMe encanto tu historia y más la música e instrucciones para leerla :) tq mijarron
Mil gracias por leer, también te quiero. La siguiente parte será este jueves.
EliminarAbrazo.
Sólo espero la parte en la que entrare en esta historia ja ja ja
ResponderEliminarSeguramente aparecerás. No te pierdas la siguiente entrega :)
EliminarUno siempre tiene el riesgo de salir bien o mal en estos casos. Tómalo como aprendizaje :)
ResponderEliminaryo también espero la parte donde salga mi nombre =)
ResponderEliminar¡Me encanta! Voy por la segunda y tercera :)
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