martes, 9 de diciembre de 2014

Odio el Metro. No… odio a la gente que usa el Metro

Sísísí. El Metro es un asco, lento, sucio, una porquería que nos pone el aire acondicionado en invierno y nos deja morir asados en nuestros propios jugos en verano. Es un ente del mal, lleno de corrupción y bocineros malditos que nos aturden la paz interna de nuestras almas ¡y todo por 5 pesos! 

Pero. 

La gente que ocupa el metro no se queda taaaaaan atrás, eh. Son personas bien pinches: groseras, tontas y… mal educadas. 

Llevo dos meses, desde que dejé mi trabajo pachiche en Santa Fe, ocupando tan valiosísimo transporte público y me he dado cuenta que no sólo el metro tiene fallas de infraestructura sino también nosotros, los usuarios, tenemos hartas fallas, básicas (en verdad: básicas *remarca*) de educación y sana convivencia, de civilidad pues. 

Muchos quieren subir sin dejar salir, lo he visto mucho en Tacubaya. Por l-ó-g-i-c-a: dejas que la horda salga y ya que haya un poco de espacio, entras. Es, pues… básico. 

Los hombres se sientan como si estuvieran viendo el partido de futbol en el sillón de la sala, es decir, todos desparramados, con las piernas abiertas y hasta se expanden como verdolagas… y no señores: están en un espacio público. Repitan conmigo: P-Ú-B-L-I-C-O. 

En donde más corajes hago diario: en las escaleras *saca su pañuelo*. 
En Auditorio en hora pico se junta muchísima gente que quiere salir porque ya se les hizo tarde y optan por meterse y subir luego-luego y hacer un desmadre. Me enoja porque se podrían formar y todos subir ordenadamente, también para evitar un gran desmadre en la siguiente escalera… es por sentido común que si avanzas ordenadamente en una escalera, en la otra no se hará tanto desmadre y subirás, curiosamente, más rápido. Digo: no creo, lo dudo mucho, que por rebasar a dos-tres-cinco-diez personas ya vayas a ganarle 30 minutos al reloj o vayas a llegar temprano porque, sé sincero, ya se te hizo tarde y lo-sabes. 

¿Y qué me dicen de los que se sientan en los asientos reservados? Y se hacen los dormidos, occisos y pendejos cuando tienen que ceder su lugar. Les vale dos kilos y medio de verga que vaya una mujer embarazada, que un hombre o una mujer lleve a su niño en brazos (sí, porque hay papás solteros que cuidan a sus hijos y por no ser mujer no les ceden el asiento), los viejitos con bastón, los jóvenes con muletas y así… ¡son reservados, no se hagan pendejos por muy cansados que vengan del trabajo! 

Y así me podría extender muuuuucho porque hay muchas actitudes y manías que tenemos como chilangos; pero que son necesarios para cambiar un poquito la histeria colectiva y vivir, si bien no mejor, un poquito más tranquilos y sin ganas de matarnos los unos a los otros. 

(Si me ven en el metro ¡cuidado!, que si hacen eso les saco los ojos y los golpeo). 

¡Zham! Cuidadito, cuidadito *los mira feo*

Nota: también odio el Metro.  

3 comentarios:

  1. Y las personas que se abrazan del tubo acaparando un soporte que los demás necesitan para el equilibrio básico, todo sea por leer, por maquillarse (particularmente yo odio tanto a esas mujeres que se maquillan en el transporte público porque se expanden con todo su equipo, se acomodan importándoles una chingada que espacio ocupen o si perturban al otro mientras distribuyen su rimel, aunque me río bastante con sus caras y al final me asustan por cómo llegan y cómo engañan tanto con un tanto de maquillaje) o por simplemente ir más seguros, cómodos o algo extraño.

    Otras que me cagan son las que por cuestiones de muchedumbre, terminan instalándose en medio y algo lejos de cualquier soporte, entonces somo las demás personas el suyo, algunas pues intentan por su propios medios, los pies, equilibrar su peso qué se yo, sin embargo hay otras que de plano se recargan (hoy me tocó una tipa así, recargadota y con su celular muy divertida en el pinche fb, mientras en el sentido más literal, se apoyaba en nosotros).

    Y lo que bien mencionas, eso de estorbar en la puerta aunque el pinchi metro vaya vacío no entiendo qué jodidos, si se sienten más seguros o cómodos o qué, lo hacen sin importar que en determinada estación ya saben que se baja toda la marabunta...y ni de lado se hacen, cuando estás esperando la llegada del tren para entrar, a huevo quieren entrar primero, prevalece el "yo" en un contexto totalmente público.

    La cuestión es que las personas no agarran la onda del espacio público, no es procurar que "yo" vaya cómodo, que "yo" pueda hacer mis cosas: leer, maquillarme, dormirme, comer, hacer la tarea, jugar con mi pendejo celular, etc. y que todos abran paso ante mí y mis cosas. En el estricto sentido ese lugar no fue pensado en algo individual sino colectivo, todos vamos con el mismo objetivo: trasladarnos de un lugar a otro. Hay que respetar eso, si bien es incómodo y la chingada, el metro no tiene áreas para maquillaje, área de peinad, de lectura, comedor y recreación ¡noooooo! y una cabina individual pues menos, no toleran ir tan cerca de otros, no se recorren, está bien que uno sienta ese atentado contra el espacio vital pero no mamen es un lugar público, puedes ir justo con tus reservas, es tu deber no estorbar para que quepa el otro en proporciones tolerables.

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  2. Y qué decir de los vendedores, esos pandilleros me cagan, sacan su ingreso y la chingada, pero estorban, son groseros, vividores de los impuestos que a un pobre asalariado le quitan y estos ahí en la ilegalidad, sus cuotas no se comparan a pagar impuestos con todas las de la ley, les vale una chingada que vaya hasta la madre el transporte se suben y pasan a huevo que pasan sobre todos, hasta te piden que pases su producto de mierda a la persona que lo pidió, los de los cds de música hijos de su reputa madre además de contaminar con su música populachera ha de ser en el volumen más turbio que se une a la polución del ambiente de esta ciudad.

    Y todas estas adaptaciones del transporte público pueden llevarse a cabo teniendo presente la naturaleza y el fin del mismo, sin estorbar en su objetivo, que no deja de ser de pésimo gusto, pero mucho ayuda el que no estorba.

    Por otro lado, el día de hoy por la mañana abordé un vagón donde una señora al parecer no se sentía bien (sólo oí que tenía calor y que no sentía los pies y las manos, creo), iba sola, pero entonces comenzó una ola de ayuda y procuración entre sí, una chica le proporcionó hidratación, otra con un abanico le echaba aire, de pronto de mano en mano llegó un medicamento hasta la mujer, otra persona le ofreció gel antibacterial para que inhalara el olor de alcohol, alguien más se acercó a darle masajes en las manos, jalaron la palanca un par de veces y fue auxiliada por personal del SCTM en la estación siguiente a la que yo abordé...y accidentalmente estaba yo ahí frente a ella, por casualidad, me sentí mala persona porque todo mundo le auxiliaba en algo pero yo no pude no tenía papel para sus lágrimas, ni crema para el masaje, alcohol, medicamento, agua, una bolsa, nada...sólo estorbaba así que me hice a un lado para que todas las voluntarias le proporcionaran algo de ayuda, porque como ya he dicho es mejor que si no vas a ayudar pues no estorbes en el fin.

    El punto era que entonces ves un poco de humanidad sobre la incivilidad en casos así, todavía nos importamos un poco aún sin conocernos, pero sólo en momentos tan extremos sale eso a flote ya que en el día a día nos valemos una chingada en algo tan simple como lo es el transporte público.

    Ya me intenseé como es mi costumbre...saludos Yuriko.

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  3. Ya me releí...qué prosaica me veo jajaja una disculpa por todas las expresiones groseras que utilicé.

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