jueves, 24 de julio de 2014

Diario de un ex amor (Parte I)


Petición: Pónganle play y ahora sí, empiecen la lectura. 


Esta es la historia de un chico que conoce a una chica y una chica que se enamora de ese chico, ésta no es una historia con final feliz.
Es una historia real que no le pasó al amigo de un amigo, me pasó a mí y me rompió el corazón. Es una historia donde él se llama Andrés y yo me llamo Yuriko, él tiene 26 y yo 24, donde yo estoy loca y donde la vida me sorprendió con esa casualidad que duró exactamente cinco meses, ni un día más ni un día menos.

Tengo esa bonita costumbre (muy maldecible a veces) de agregar gente que no conozco a Facebook o personas que ubico de la facultad o amigos de amigos, por eso lo agregué. Siempre me pareció un tipo guapetón. Debo admitirlo siempre me han gustado los hombres con el cabello largo y esta vez no fue la excepción. Platicábamos de vez en cuando por el chat y nos divertíamos.

Oficialmente nos conocimos en la celebración de sus 26 en un bar en la Condesa, donde me sentí fuera de lugar entre tanto periodista deportivo, sólo hablaban de fútbol y uno que otro chiste local. No encajé, es la verdad. Y el lugar no está tan chido. Mi salida fallida fue sucedida por largas charlas con él donde cada uno se empezó a interesar por el otro, haciendo preguntas indiscretas y creando chistes locales. Nos estábamos conociendo, vaya, o nos queríamos conocer.

Un domingo que llegaba del cine a medianoche, lo encontré conectado y me puse a platicar con Andrés. Ahí él me dijo que si íbamos al boliche, acepté. Debo decir que fue él quien me invitó a salir primero (nomás para aclarar).

Aquel 17 de diciembre iba formal a verlo (lo digo en serio, tuve una comida y una debía ir con zapatito coqueto y vestimenta ad hoc al evento en Torre Mayor) y él muy como él, es decir, tenis, pantalón de mezclilla, playera negra con estampado de un grupo de metal y su cabellera suelta. Ese día nos divertimos, platicamos horas y horas, hicimos chuzas, bebimos cerveza y nos empezamos a conocer más en forma, como cuates.

No me puedo quejar para haber sido la primera salida después de mis grandes desmadres amorosos, no estuvo nada mal.

Un par de días después, él me dijo que le gustaba, que quería conocerme más y que le parecía una mujer (ojo) coqueta y atractiva (ay, goooei, debí aplicar la de “toma tu número de la lista, mi rey, hay cola”). Y admití que él también me gustaba y todas esas cosas que se dicen en las declaraciones de amor vía internet (jajaja, vía internet, bien modernos que somos, verdádedios).  

Nos volvimos a ver, si no mal recuerdo, en la pedilla de su amiga Eli en la cantina El río de la Plata. Pasamos antes a comprar libros y ahí nos encontramos con Carmen Aristegui y nos tomamos una foto con ella, la saludamos y nos sentimos grandísimos por lo ocurrido (¡par de ñoños!). En la cantina nos quitamos de formalismos y nos coqueteamos abiertamente, era tan divertido pasar esos momentos con él. Queríamos bailar; pero ahí es prácticamente imposible, así que lo dejamos para otra ocasión. Me dijo que se iba a rapar para Año Nuevo, pero no lo hizo (creo que aún no lo hace, ¡sin miedo, maifren!). En ese momento, él ya había descubierto, porque le enseñé mi credencial de elector, que me llamaba Alejandra, así que él decidió nombrarme de esa manera nomás porque se le había pegado la gana y quería. Así fue cómo él creó su propia manera de nombrarme e inventarme.

Esa vez le dije que yo era una pólvora (como la canción de Los locos del ritmo) y por eso era mejor irnos sin prisas porque se podría quemar o quemarnos o que todo valiera madre. Él aceptó y me sentí más tranquila.
Naturalmente, tuvimos salidas más seguido al cine, al cine, a tomar café y al cine (muy pinches cinéfilos nosotros) sin mayores novedades que las de conocernos, reírnos y pasar un rato ameno y agradable con el wey que te gusta, así, sin más…  

Ah, para ese entonces, nos invadíamos con mensajes tanto por Facebook como por Whatsapp con mensajes de voz, imágenes y mensajes re clásicos de “que tengas buen día, besos”.


¿Pinche cursi?, sí, lo admito, pero lo que vino después fue lo que hizo que lo quisiera, me enamorara y lo dejara entrar en mi vida, dejándole ver mis miedos, mis demonios, mis traumas, mis manías y ese lado terriblemente amoroso y detallista que había enterrado hace siete años. 

**** 

Acá el vídeo de Pólvora de Los locos del ritmo, por si no la conocen. Por cierto, también le puse la canción, pa que no quedará duda. 



Aquí con Carmen Aristegui en Gandhi de Madero. 

7 comentarios:


  1. Me encanto tu historia y más la música e instrucciones para leerla :) tq mijarron

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    1. Mil gracias por leer, también te quiero. La siguiente parte será este jueves.
      Abrazo.

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  2. Sólo espero la parte en la que entrare en esta historia ja ja ja

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    1. Seguramente aparecerás. No te pierdas la siguiente entrega :)

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  3. Uno siempre tiene el riesgo de salir bien o mal en estos casos. Tómalo como aprendizaje :)

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  4. yo también espero la parte donde salga mi nombre =)

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  5. ¡Me encanta! Voy por la segunda y tercera :)

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