viernes, 18 de julio de 2014

Bullying

Les cuento: siempre fui una chica muy ñoña, de ésas que siempre sacaban 9 o 10, si sacaba 8 me moría, mi mamá jamás me obligó a sacar buenas calificaciones o a ser el primer lugar de la escuela, nah… ella se sentía como pavorreal porque eran nuestros logros.

Yo era la clásica que participaba en cuanta actividad escolar se le pusiera de frente: teatro, danza, canto (aunque siempre me rechazaron del coro por mi voz ronca), cuentacuentos, ortografía, declamación, oratoria, los concursos de escoltas (oso mil, era una nerda) y un largo etcétera.

Además era una niña simpática que le caía bien a los maestros, he usado lentes desde segundo de primaria, llenita, muy cachetona, orejona (a dios gracias que cambiaron), chillona hasta el hartazgo, platicadora, rebelde con causa y, repito, ñoña.

Por esas razones, mis compañeras, principalmente, me hacían a un lado porque yo no era la chica cool que entraba al coro o que gustara de usar moñitos o jugar con las muñecas, siempre he sido muy simple: cola de caballo y austera, es decir, sin tanto pinche guajolote en la cabeza.  Tampoco era de las que hablaban cosas de niña porque me gustaba platicar con gente más grande y me parecía más interesante que criticar a Fulanita porque venía toda mugrosa o porque se comía los mocos o porque su mamá se la chingó por tan malas calificaciones. Nah… ¡hueva!

No se crean, también los niños eran muy crueles conmigo pues me llamaban gorda, cuatro-ojos, me decían japonesa o que abriera los ojos y esto es lo menos porque en la secundaria ¡pufff!, todo fue más recio: se burlaban de mí por mi forma de actuar, hablar y ser, me decían pinche gorda y plana (y sus variantes). Y es cierto, no soy una chica con grandes curvas, pero en la adolescencia que te digan eso te parte la madre. Siempre fui “La tachi”, “la ojos de regalo”, “Yamamoto”, “La cacahuate japonés” (etc., etc., etc…), yo creo que si me volvieran a decir así les parto toditita su madre y en cachitos los vuelvo a meter al útero.

Toda esta gama de insultos me costó gran parte de mi autoestima durante ¡años!, odiaba mi nombre, mis ojitos rasgados y pequeños (que son tan chulos), mi sonrisa, mi cuerpo, mis carnes, mis piernas y hasta renuncié a mi sensualidad.

Ahora con tanto bullying, lo recuerdo y, no sé… están cabrones los niños de ahora. Si a mí me hubiera tocado vivir en esta época llena de smartphones e insultos hasta por los codos, yo ya me hubiera matado. De por sí, cuando iba a la primaria no quería ir a la escuela porque me cansaban los insultos, dejé de usar lentes por un año porque los motes me parecían insoportables y ello me generó un avance tanto en la miopía como el desarrollo de astigmatismo (que no tenía en el diagnóstico inicial).

Bien o mal, en la adolescencia aprendí a defenderme y la preparatoria vivía constantemente en depresión y en guerra conmigo misma. La Universidad (¡oh, etapa gloriosa!) fue un descubrimiento, la creación de mi ser, de mi yo actual, real y con estima.

No sé… llega un momento en el cual mandas a todos a chingar a su madre, derecho y sin escalas, para valorarte más tú, quererte más tú, apapacharte más tú y aceptarte con tu nombre, tus carnitas, tus manías y demás particularidades, porque si tú, (inserta tu nombre aquí), no te quieres/aprecias/valoras, créeme , NADIE lo va a hacer.

Por eso, creo que con un poco de valores y atención, el bullying a un grado descontrolado y violento podría disminuir o frenarse. El problema está en todos y cada uno como sociedad.

En fin, es bien sabido que no hay personas más crueles en el mundo que los niños…

¡Gracias a los dioses porque no fue una etapa eterna!


2 comentarios:

  1. Nunca tuve la mala suerte de vivir algo tan feo en mi vida escolar, sólo aquel momento en que por que una niña decía ninguna me hablaba (lo que no sabían es que siempre los niños son mejor opción), pero eso no eliminó en mi las inseguridades. Lo hermoso de crecer es que el alma crece y los ojos también por lo que nos damos cuenta como son las cosas y lo que valen en realidad. TE QUIERO

    ResponderEliminar
    Respuestas
    1. Sí, fue muy complicado, pero uno sale de los baches. Por eso me siento bien conmigo misma, me divierto y digo que soy una linda mariposa.
      También la quiero, señorita Luna :) ¡Eres un sol!

      Eliminar