miércoles, 16 de julio de 2014

Pretendientes everywhere

No me considero una mujer despampanante ni que acapare las miradas cuando llega, sí me considero atractiva y coqueta (punto a mi favor, bitches) y le saco mucho provecho (cuando quiero, a veces no tengo humor ni ganas ni nada); por ejemplo cuando salgo a una fiesta termino conociendo hasta al cotorro de la casa. 

Mis amigos lo saben: no soy de las que se quedan como el chinito nomás “milando” cómo todos se la pasan moviendo el bote, platicando y demás. ¡No! Yo soy de las pocas chicas con iniciativa (ahí nomás soy bien sencilla) que sacan a bailar a un chico, ¿que no lo conozco? Perfecto, “hola, mucho gusto soy Yoko”, total que siempre conozco a todos, no por nada me gané el mote de ser “la chica fiesta” de la fuente que cubría.

Pero no sólo salgo con una innumerable cantidad de nuevos amigos pachangueros como yo (¡no!) también salgo con una lista de pretendientes que quieren invitarme a una cita fuera de la fiesta y el desmadre y es de eso de lo que trata esta entrada, los tipos de pretendientes con los que me he topado en mi vida (sólo hablaré de mi experiencia, no quiero que me linchen si se me va alguno).

A grandes rasgos hay dos tipos de pretendientes: los pretendientes mosca y los pretendientes con iniciativa.

Básicamente los pretendientes mosca son aquellos que nomás te chulean, te bajan el cielo, la luna y las estrellas con todo y polvo estelar (suena a droga, je), pero que nada más no se aplican, no te invitan a salir concretamente. Tú ya les dijiste que sí a todo y ellos se hacen bien güeyes, es decir, se la pasan chingue y chingue y chingue y nomás nanaís. De esta clase abundan. Son los clásicos: “estás bien bonita, bien chula, eres más guapetona que la más guapetona del planeta (mis vidas), me gustaría salir contigo un día” y así se la pasan eternamente hasta que tu/su existencia es irrelevante y van a calentar la banca de alguien más…

En cambio, los pretendientes con iniciativa son esa especie bien rara de encontrar porque éstos te invitan derechito y sin escalas a salir. A lo que van. Son de los que donde ponen el ojo, ponen la bala y en fa no vaya siendo que les coman el mandado. Prácticamente te dicen: “me lates, ¿qué, te invito el café/chela/vino/gorditas/tacos/malteada/antro/bar/cantina/pulcata para platicar?” Y si les dices un maravilloso “sí”, ¡ya chingaron! Y se la pasan chido.

También está otra clasificación de pretendientes:

Pretendiente común: sabes que está ahí, pero ni tú ni él toman la iniciativa. O sea éstos siempre nos y los dejamos en el banquillo.
Pretendiente plan B: es el que dejamos siempre como alternativa, si nos cancela el plan A, como sabemos que éste siempre nos dice que sí, pues le llamamos.
Pretendiente potencial: me gusta, esta clase es la que me gusta porque aunque aún no se tiran el calzoncito sí hay un “no sé qué, qué se yo” que crea una tensión y coqueteo chido. Salen y se la pasan bien; pero ahí hay algo que está por darse. (¡¡Ya dense un beso, chingauuu!!)
Pretendiente canino: es aquel que tiene novia o compromiso erótico-amoroso y que nos está insiste e insiste sin dejar a su quiubolesqué.
Pretendiente sexoso: esta maravillosa clase nos invita a salir porque nos quiere tronar los huesitos de forma apasionada y brutal -claro, todos lo hacemos con ese propósito en algún momento de la vida-, la diferencia es que nos la cantan derecha: ¿traes tupper?, ¡que te voy a dar hasta para llevar! (¡el gaaaaaaas!).

Y la peor clase *retumba el cielo y los tambores, que suene la conga y el timbal*, and the Oscar goes to…:

Pretendiente acosador: es ése que sabemos que nos trae ganitas, pero no nos convence o no queremos con él y se sabe nuestro color favorito, nuestra fascinación por el grupo más bizarro del mundo, lo que desayunamos hoy en la mañana y hasta cuántas veces nos lavamos los dientes. Y además todos los días nos manda mensajes, llamadas y “detallitos” inofensivos (según ellos porque tanta sapiencia asusta) para hacernos saber que están al pie del cañón (tan guerreros ellos). Y si sales con alguien más cuando le dijiste que tenías el bautizo de tu sobrinita, ¡se entera! , y te la hace de jamón… con esta subespecie: ¡ojo, mucho ojo!

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He descubierto el hilo negro, puedo morir en paz.  

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