sábado, 25 de enero de 2014

Detén el tiempo

"Amarte a la antigua, entregarte mi vida, llenarte de rosas, escribirte poesía…", por primera vez, después de casi cinco años volvía a escuchar esa canción de Pedro Fernández y me sigue pareciendo imposible disociarla del amargo recuerdo: la muerte de Axel. 
Hace poco más de cinco años a Axel, un niño de cinco años le detectaron hidrocéfalea, después de un par de meses y estudios más, este angelito (así lo describe su familia) falleció en enero. Dejó este plano y paró el tiempo. 
Su mamá destrozada le lloraba y le hablaba a la tumba de su hijo, todos le lloraron. Todos le cantaron. Todos entonaron el disco de Pedro Fernández pues Axel cantaba y disfrutaba de este artista y principalmente de este disco. 
Durante semanas, cada día, lo escuchaba desde la casa de enfrente, su mamá cantándole para que le llegara al cielo. 
Así se detiene el tiempo cuando uno muere, se detuvo a sus cinco años, en el disco de Pedrito, en Amarte a la antigua, en las sonrisas y los recuerdos. El tiempo no avanza e incluso no avanza igual para los que nos quedamos porque también recurrimos a esas vivencias y nos paramos en el tiempo para volver a vivirlos. La muerte cambia nuestro tiempo y el tiempo del entorno. 
Sin duda, no se llevan; pero fuera de eso tienen más relación de la que uno piensa. 

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