lunes, 17 de diciembre de 2012

En el camino

¿Desde cuándo la sociedad se volvió tan insensible a lo que ocurre a su alrededor? No sé si es por mi educación o es sólo mi forma de ver la vida o porque lo he aprendido de personas importantes en mi vida, pero no me agrada ver que un anciano con bastón se suba y no le cedan el asiento. Lo mismo ocurre con una embarazada o cargando a su bebé, personas con muletas o con collarín; nos importa un carajo si vemos llorando a alguien en la calle, si tocan el violín en el metro o nos brindan un poco de magia en el vagón lleno de gente y sólo me pregunto: ¿en qué momento pasó? ¿Cuando dejamos de sorprendernos, de asombrarnos y de preocuparnos por el otro?
Yo soy de las preocuponas por sus amigos, conocidos, familiares y ayudo a algunos desconocidos, como Olivia. Sí, soy de las que ceden el lugar, de las que, en la medida de lo posible, pide a los camioneros respeto a una persona con muletas; soy de las que platica con un perro o los alimenta. Yo no finjo estar dormida para no ceder el lugar.
Tal vez soy una empática o una soñadora, pero por qué nos hemos olvidado tanto los unos a los otros. ¿Qué dejamos en el camino? ¿Qué fue: la humanidad, la humildad, el optimismo, la observación?
Me desagrada la apatía de los adolescentes hacia sí mismos, la violencia desmesurada en los niños, el valemadrismo de los padres; que cada vez se droguen más morritos...
¿En qué estamos fallando como sociedad?, me pregunto mientras miro a mi alrededor cómo más adelante nadie le cede un lugar al señor con bastón. Observo que un adolescente fuma. Escucho las risitas estúpidas de una chica no mayor de 20 años que le coquetea al chofer. Siento el zangoloteo del camión. ¿Alguien más verá que algo no anda bien? No, qué va. No se inmutan...

No hay comentarios:

Publicar un comentario