Ciao, Robbin

Creo que nunca había lamentado tanto la muerte de algún actor, sin embargo ayer mientras navegaba aburrida por Facebook me apareció la noticia de apenas dos líneas donde explicaban que Robbin Williams había sido encontrado muerto en California e investigaban un probable suicidio. La sangre se me heló y, por un par de segundos, el mundo se detuvo o alentó su terrible paso.

Mi sensación fue equiparable a la que viví cuando me enteré que Michael Jackson había muerto. Pocos seres pueden darnos una muestra de inmortalidad con su simple presencia. Robbie Williams fue uno de ellos, un gran actor, un comediante y un genio.

Sin temor a equivocarme, me atrevo a decir que Williams marcó mi infancia y la infancia de mis amigos. Nos regaló carcajadas y esperanza. ¿Quién regala esperanza hoy en día? Nos obsequió personajes invaluables.

Después de la separación de mis padres, me dio la maravillosa fantasía de que la señora Doubtfire bien podría ser mi papá o que a mi papá se le ocurriría semejante hazaña por mí. Me dio muchas risas y alentó mi mundo de fantasías.

Se me llenan los ojos de lágrimas (y no es broma, lo digo en serio) al pensar en la muerte de este hombre que aún con sus demonios nos dejó un gran legado donde lo vimos de bueno y malo, serio y cómico. Me hizo llorar, enojar, llenarme de pánico o gritarle frente a la pantalla cuando era maravillosamente malo y loco.

 

Me declaré su fan cuando a mis 17 años vi Más allá de los sueños, donde me hizo pasar del amor enternecido al llanto y del llanto a la risa y la alegría. Mi corazón es demasiado blandengue, pero ésa es mi película favorita, o cuando un año antes vi La sociedad de los poetas muertos y lloré en la prepa con el final.

Robbin Williams estés donde estés, seguro ríes y haces reír a quienes se nos adelantaron en el camino porque genios como tú no mueren, jamás podrían hacerlo. 

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No acostumbro escribir sobre estos temas, pero esto tocó profundamente mi ser. 

Me faltan palabras, me faltan películas. Pero expreso lo que siento.