Les cuento: siempre fui una chica muy ñoña, de ésas que
siempre sacaban 9 o 10, si sacaba 8 me moría, mi mamá jamás me obligó a sacar
buenas calificaciones o a ser el primer lugar de la escuela, nah… ella se
sentía como pavorreal porque eran nuestros logros.
Yo era la clásica que participaba en cuanta actividad
escolar se le pusiera de frente: teatro, danza, canto (aunque siempre me rechazaron del coro por mi voz ronca),
cuentacuentos, ortografía, declamación, oratoria, los concursos de escoltas (oso mil, era una nerda) y un largo
etcétera.
Además era una niña simpática que le caía bien a los
maestros, he usado lentes desde segundo de primaria, llenita, muy cachetona,
orejona (a dios gracias que cambiaron),
chillona hasta el hartazgo, platicadora, rebelde con causa y, repito, ñoña.
Por esas razones, mis compañeras, principalmente, me hacían
a un lado porque yo no era la chica cool
que entraba al coro o que gustara de usar moñitos o jugar con las muñecas, siempre
he sido muy simple: cola de caballo y austera, es decir, sin tanto pinche
guajolote en la cabeza. Tampoco era de
las que hablaban cosas de niña porque me gustaba platicar con gente más grande
y me parecía más interesante que criticar a Fulanita porque venía toda mugrosa
o porque se comía los mocos o porque su mamá se la chingó por tan malas
calificaciones. Nah… ¡hueva!
No se crean, también los niños eran muy crueles conmigo pues
me llamaban gorda, cuatro-ojos, me decían japonesa o que abriera los ojos y
esto es lo menos porque en la secundaria ¡pufff!, todo fue más recio: se
burlaban de mí por mi forma de actuar, hablar y ser, me decían pinche gorda y
plana (y sus variantes). Y es cierto, no soy una chica con grandes curvas, pero
en la adolescencia que te digan eso te parte la madre. Siempre fui “La tachi”, “la
ojos de regalo”, “Yamamoto”, “La cacahuate japonés” (etc., etc., etc…), yo creo
que si me volvieran a decir así les parto toditita su madre y en cachitos los
vuelvo a meter al útero.
Toda esta gama de insultos me costó gran parte de mi
autoestima durante ¡años!, odiaba mi nombre, mis ojitos rasgados y pequeños
(que son tan chulos), mi sonrisa, mi cuerpo, mis carnes, mis piernas y hasta
renuncié a mi sensualidad.
Ahora con tanto bullying, lo recuerdo y, no sé… están
cabrones los niños de ahora. Si a mí me hubiera tocado vivir en esta época
llena de smartphones e insultos hasta
por los codos, yo ya me hubiera matado. De por sí, cuando iba a la primaria no
quería ir a la escuela porque me cansaban los insultos, dejé de usar lentes por
un año porque los motes me parecían insoportables y ello me generó un avance
tanto en la miopía como el desarrollo de astigmatismo (que no tenía en el diagnóstico inicial).
Bien o mal, en la adolescencia aprendí a defenderme y la
preparatoria vivía constantemente en depresión y en guerra conmigo misma. La Universidad
(¡oh, etapa gloriosa!) fue un
descubrimiento, la creación de mi ser, de mi yo actual, real y con estima.
No sé… llega un momento en el cual mandas a todos a chingar
a su madre, derecho y sin escalas, para valorarte más tú, quererte más tú,
apapacharte más tú y aceptarte con tu nombre, tus carnitas, tus manías y demás
particularidades, porque si tú, (inserta tu nombre aquí), no te
quieres/aprecias/valoras, créeme , NADIE lo va a hacer.
Por eso, creo que con un poco de valores y atención, el
bullying a un grado descontrolado y violento podría disminuir o frenarse. El problema
está en todos y cada uno como sociedad.
En fin, es bien sabido que no hay personas más crueles en el
mundo que los niños…
¡Gracias a los dioses porque no fue una etapa eterna!
Nunca tuve la mala suerte de vivir algo tan feo en mi vida escolar, sólo aquel momento en que por que una niña decía ninguna me hablaba (lo que no sabían es que siempre los niños son mejor opción), pero eso no eliminó en mi las inseguridades. Lo hermoso de crecer es que el alma crece y los ojos también por lo que nos damos cuenta como son las cosas y lo que valen en realidad. TE QUIERO
ResponderEliminarSí, fue muy complicado, pero uno sale de los baches. Por eso me siento bien conmigo misma, me divierto y digo que soy una linda mariposa.
EliminarTambién la quiero, señorita Luna :) ¡Eres un sol!