jueves, 20 de octubre de 2016

Diario de una insomne

Encontré esto entre mis recuerdos de Facebook. Lo quise compartir es de 2013, cuando inicié mis pininos en eso de la reporteada:

Lo conocí en Puebla, a más de 4600 metros de altura e íbamos en la misma camioneta; pero él no lo recuerda. 
Me sonrió cuando me cansé por subir una altura de 2 metros y cruzamos, por primera vez, un par de palabras. 
Fue hasta la comida donde hablamos largo y tendido. Yo fui quien le dio mi número; él semanas después me envió un mensaje para estar en contacto. 
Salí un viernes con él. El mismo viernes en que supe que Héctor era Héctor y dejó de ser el "guapo de la redacción". Bebimos. Platicamos. Había tensión y emoción entre nosotros. 
Él no es guapo. Él no es un galán; pero tiene algo y lo sabe. Lo "nuestro" fue algo clandestino. 
Eso lo convierte en un buen muchacho para mí; en un muchacho que me atrae.

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Tuve un "guapo de redacción" que resultó convertirse en un amigo, confidente, coqueto de cajón y un apoyo. 
Tuve un "guapo", que está medio roto y medio loco que platica con una media rota y media loca como yo. 
Hay un "guapo" que cuando le dejo de hablar me busca; cuando me deja de escribir lo busco; danzamos como deberían hacerlo los amantes: separándose y acercándose; dándose el espacio. 
Tengo un "guapo" y él una "coqueta reportera". Lo aprecio. 
Una Yuriko lleva un Héctor en su corazón.

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