jueves, 21 de abril de 2016

¿Qué aprendí de este viaje?

Ya bien nos dicen que cada viaje, cada aventura, te deja nuevos aprendizajes, experiencias y cosas que nos hacen descubrirnos mucho o poco. Y sí es cierto.

Recorrer Cusco, respirar su aire fresco, ver el cielo estrellado y salir del país (cosa que nunca había hecho) logró que se me quitara el miedo y a entender que allá no hay mundo malo, terrible ni mamonería ni presunción al regresar, no, sólo amplías tu mundo, tu visión, el paladar, los ojos y se enchina la piel.

Siempre he creído que no nací para la aventura, pero luego de subir cientos y cientos de escalones, enlodarme, estar trepada en piedras en la cima del Waynapicchu me di cuenta que sí sirvo, no soy tan torpe ni tan desafortunada ni que puedo morir si me toca tantito barro, pasto, tierrita y agua de lluvia.


Llegar hasta arriba me hizo darme cuenta que sí puedo llegar a donde quiera, estuve a punto de tirar la toalla y no subir más, ya me dolían las piernas, ya sentía el tchin-tchin de mi rodilla derecha, me faltaba el aire y me escurría el sudor como no tienen idea (o bueno sí). Pero lo logré y me sentí bien chingona. O sea puedo con cualquier reto, con cualquier obstáculo, es decir: me descubrí capaz.

Mis ojos se pueden maravillar con poesía natural, al borde de las lágrimas. Entendí que todo lo que aguanté ese año, esos meses, valió la pena, valió cada minutos, segundo, salir tarde, querer mandar todo a la fregada, ahorrar harto, posponer planes... TODO lo valió y estuvo muy bonito.

Al viajar una debe aprender de los locales. Si dicen, así al aire, que comen chingón en el almuerzo-comida y ligero en las noches porque por la altura se hace lenta la digestión, además de acompañar la cena de un tecito de coca o algo calientito pa' que todo fluya chido al día siguiente. Lo entendí a la mala luego de una cerveza de 620 ml, dos piscos y un panini de queso, aceitunas y champiñones, rematando con un helado. Tremendo. Mi estómago me pasó factura... no entraremos en detalles.

No soy tan mala con el inglés y puedo ayudar a otros turistas, como a los canadienses y al coreano que conocí en el tour de Valle Sagrado. Soy buena turista. Y debo practicar más, aún más mi inglés. Reafirmé que puedo hacer amigos donde sea... como los chilenos, muy padre conocer a los muchachos.

Aprendí que el presupuesto sí importa, pero que las experiencias y las comidas no. Porque si sabe rico y es un precio justo, lo vale.

Y que quiero seguir viajando y conocer el mundo :) 

1 comentario:

  1. Esos viajes siempre dan miedo al principio, más cuando es un país donde el español es exótico, si algún día viajas lejos en solitario harás más introspección de tu vida que en cursos de meditación mamalones, ¿siguiente destino?

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