sábado, 20 de diciembre de 2014

Pachanga jarcor de dos días

Ayer iba a publicar la crónica del brindis con los coguorquers y mis jefes en el restaurante El 10 de Reforma, peeeero... tuve trabajo y debía programar notas para la tarde ya que nos fuimos a nuestra comida ooooficial de la empresa en el Yoi de Palmas.

Originalmente este post se iba a llamar "Dos tarros, tres cervezas y un perla negra", que era el saldo de la noche anterior, se quedó en borrador y ya no lo terminé porque me fui de fiesta.

Primero lo primero. La noche del jueves.
Mis compañeritos coguorquers y yo ya habíamos planeado ir a desgañotarnos en un karaoke y echar la chela y convivir entre nosotros, pero ps a la mera hora nos dijeron que uno de los jefazos no iba a estar en la ooooficial así que nos dijo que fuéramos, primero, al Roseta en la Roma y yo iba con mis fachas y no quería ir porque nos arruinaron los planes, así que... delibéramos y fuimos.
No sin antes irnos al Salón Corona a echarnos unas chelas (de mientras... una ya tenía sed y ps faltaba mucho pa'l brindis) y nos la pasamos bien chido.

Hablamos de la infidelidad (OOOH, tema escabroso para muchas y muchos), cotorreamos. Angélica se le bajó la presión, Javier se puso a bullearnos a todos por turnos, el más bulleado (como siempre jajaja) fue Enrique (¡Hola!), Sebastián se dejó ir como gorda en tobogán y rompió la dieta (tragedia nacional), César como siempre de malora y poniendo el ambiente, Mariana, que la adoptamos en el equipo de editorial y se portó como toda una guerrera, tal como deben ser las mujeres oaxaqueñas.
Total que después nos salimos de ese lugar y tomamos el camioncito que nos llevara para el brindis ooooficial de la empresa, pero llevábamos un buen desmadre, ya íbamos enfiestados: Angélica albureaba a todos, Sebastián ya se sentía pedo, todos decían que ya estaba borracha y no (o quizá sí).

Llegamos a El 10 al ladito del (3 veces ache) Senado y nomás estaban dos gatos ahí, solos esperando, entramos con uno de los jefes y empezamos a pedir pizza. Pizza de queso mozzarella, con peperoni, salami, hawaiana y así como unas 7 pizzas. Tragar-tragar-tragar. Después fue beber-tragar-beber-beber-beber.

La convivencia se puso bien chida. Nos alcanzó la que es mi jefa directa y nos dio un discurso personal muy bonito, dijo que yo era la anarquista del equipo, que no me puedo gobernar (y qué bonito que te digan eso, o sea... voy más allá de la rebeldía, chavos, estoy en un nivel superior), pero que todos hemos formado un equipo muy trabajador y aplicado.

Como a las 10, los jefazos pidieron shots de tequila doble (¡DOBLE!) para brindar todos juntos y de un jalón. Obviaaaamente, no me lo tomé, si lo hubiera hecho, segura estoy que habría acabado en coma como el día de mi cumpleaños, del año pasado, donde acabé de estado vegetativo por beber casi toda una botella de tequila, luego de unas tantas más de cerveza. (Qué bonita fiesta fue, puro desmadre, aunque ya no puedo hacer más pachangones aquí. Pero como diría la tía Chonita "esa es otra historia").

Y enseguida, todavía no les hacía digestión el tequila cuando trajeron unas perlas negras para que, ahora sí, todos acabaran en coma. Al final sí me la terminé y fue muy divertido. Me salí a las 11, me fui caminando hasta el metro Insurgentes solita, pero con mi alma.

Al llegar a casa, Novio imaginario estaba enojado, mi mamá despierta esperándome, Lany me gruñía por haber llegado tarde. Yadira estaba dormida y ni me peló la canija. El del taxi, que se tardó aaaaaaños en llegar, me hizo la noche con su plática, la cual no recuerdo, pero me divirtió mucho con su charla amena y vaciladora. Veníamos risa y risa, o igual lo soñé... (no me extrañaría).

De izquierda a derecha: Karime, Javier, Sebastián, Yo, Enrique, Mariana y César.
Quien tomó la foto fue Angélica. 


***
Ayer, desperté con dolor de cabeza, no muy jarcor; con mucha hambre, sueño y unas ojeras del tamaño de China. Pero bien feliz. Me quería llevar un vestido para la fiesta del trabajo, pero decidí irme como todos los días: pantalones y botas. 

Todos llegamos crudelios, cansadísimos y con ganas de unos chilaquiles (que los conseguimos fríos u_u y más caros y sin mucho pollo y sin el sabor casero de los chilaquiles de confianza a la vuelta del edificio donde trabajo), así que mientras trabajamos, engullimos nuestros no-tan-delicioso placer culposo. 

A media jornada laboral (¡qué godinez me estoy volviendo!) nos fuimos al restaurante japonés Yoi en Palmas, medio nice el lugar y la gran mayoría de la empresa iban muy guapetones, arreglados y bañaditos. Perjumados y toda la cosa, bien bellos. Y una en sus fachas diarias... 

La comida estuvo de lo más aburrida, nadie hablaba, la música super fea con In the navy o YMCA o algunas de Lady Gaga y Britney Spears, aburrido y agüitado. Nos dieron arroz frito, arrachera en teriyaki (estaba hiperdulce y ps te abrumaba un poco el paladar), después nos dieron el postre, que fue lo mejor de la comida: flan napolitano y helado de vainilla. No todo estuvo perdido. 

Nos quedamos un ratito después. Empezamos a hablar sobre seguirla y que a dónde, que quiénes sí van, que cuánto estaba la chela, que un lugar donde bailar, que donde cantar. Optamos por ir a la Zona Rosa. Terminamos en Cueva de Lobos, donde compramos un cartón de chelas, bebimos, después llegaron otros coguorquers y como ya éramos muchos para la mesa que habíamos pedido y como estaba lleno no había modo que nos cambiaran de mesa o juntaran otra. 

Nos movimos y fuimos a bailar a un lugar bien locochón y prendido, que no recuerdo cómo chingados se llama. Compraron 20 cervezas, pa' empezar. Yo nomás escuché música para mover el bote y no paré en toda la noche. Bailé salsa, cumbia, rock en español, rock, pop, tribal, merengue, entre otros, con varios de mis compañeritos. El buen César fue el más prendido, de los hombres, durante tooooda la noche. 

Pidieron otras 20 cervezas, se acabaron de volada. Bailé-bailé-bailé y más bailé. Cometí un pequeño desliz, pero no hay de qué preocuparse, no pasó (ni pasará) a mayores. Y ya me divertí como tenía mucho que no me divertía ni me sentía tan a gusto conmigo ni con mi alma fiestera ni con mi cuerpo ni con mi ambiente. Me sentí segura bailando. Mariana me hizo mancuerna como pareja de baile y también me dio asilo porque no me quería perder de esa buena ondez que traíamos todos. 

Saldo: tengo lastimada la rodilla de tanto mover las carnes en diferentes ritmos y brincos. Tengo unas ojeras terribles, mi alergia está a todo y tengo el doble de sueño que ayer. Además tengo dolor en el cuello, de tanto matear (que ni mata tengo jajaja) y un poco la espalda, ¿por qué? No tengo idea. Creo que ahora sí ya conozco a más compañeros y eso me alegra un poco. 

Ahora, queda ir al karaoke. Próxima parada: karaoke jarcor. 

De izquierda a derecha: Sebastián, Yo, Erik, César, Mariana, Enrique y Rodrigo.
Quien tomó la foto fue Angélica, no le gusta salir en las fotos jajaja (hola, manita). 


Nota al pie:
Y ya: nada de besos lo que resta del año. (Jajajaja... el chiste se cuenta solo)

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