sábado, 20 de julio de 2013

Daño a terceros

Y aquí nos encontramos dos tontos. Dos tontos que jamás se amaron. Dos tontos que siempre, como un destino inevitable y marcado, se han hecho daño.
Parece que jamás nos amamos y así construimos un reino de destrucción que heredamos como normalidad a nuestro alrededor: a nuestros amigos, a nuestra familia, a nosotros mismos… 
Fuimos dos sordos empeñándose en escribir sobre las paredes las heridas de un matrimonio fallido. 
O bien dos ciegos que desconocían las promesas, las caricias y golpeaban a puño cerrado sin piedad a quien estaba a su lado… 
Perdimos los sentidos… las promesas de amor, de cariño, de protección. Perdimos el amor, el norte, la pasión. Nos perdimos a nosotros mismos. 
Y ahora que te veo en silencio, en un tribunal, al fin me doy cuenta de la magnitud de los daños, la destrucción masiva, la herencia que dejamos a quienes más amamos, esa normalidad estúpida que repetirán nuestros hijos. No quiero eso… mientras escucho tu sentencia, me repito mentalmente que todo ha sido un mal sueño, una pesadilla que no ocurrió o que no se volverá a repetir. 
Fue un mal sueño, un mal sueño… un mal sueño… nada más. 

No hay comentarios:

Publicar un comentario