Nunca tuve un diario con candadito y cubierta rosa. O bueno sí, tuve uno, pero no era una persona constante al escribir quizá por indisciplina o porque mi vida era igual de divertida que una pared en un pueblo olvidado.
Rara vez llegué a escribir alguna anécdota divertida en él, aunque me propuse escribir diariamente para dejar constancia de lo que hacía o pensaba, sin embargo al releer lo que escribía me enojaba al notar mi odio hacia mí misma, me sentía indigna, tonta, fea, gorda e incapaz de lograr algo así que no había mucho que guardar. Por esos años me peleaba a diario con mamá, siempre fue una relación muy complicada y más en esos años en que quería escapar de algo que ni yo sabía qué era, eso en la prepa se volvió esencial. Luego tenía un liguecito, Iván, que jugaba conmigo y me ilusionaba, estando presente un par de veces coqueteaba con mis amigas y eso me podría, como no podía expresarlo nomás lo vertía sobre mí, porque la culpa era mía.
No había grandes cosas que registrar que no recuerde: la vez que me besé apasionadamente con un dude en la puerta del estacionamiento en la secundaria-cárcel y el director nos cachó. O cuando Uziel se fue a Copala y creía que tenía roto el corazón. O los concursos de escolta o cómo me llamaban gorda y lo mal que me sentía cada mañana con mi cuerpo adolescente sin desarrollo.
Una semana escribí religiosamente a diario, luego a falta de adrenalina desistí. Recuerdo que en seis meses había escrito nada más nueve o 10 días, una miseria, al año tiré ese diario.
En la prepa intentaba lo mismo, pero mi seguridad estaba cada vez más por suelos y sufría una fuerte depresión. Sí tenía ganas de suicidarme, nunca lo intenté, bueno una vez con pastillas, pero sólo logré drogarme demasiado sin mayor percance. Aclaro: todo lo que escribí durante mi estancia en la ENP 8 giraba en torno a mi amor "puro y real" hacia Israel, no escribía de mí sin escribir de él. Dependiente, sí.
En la carrera pasaba algo similar, pero era de mis ausencias de él o de alguien más, durante los primeros semestres la pasé mal, hasta que conocí a Víctor y a Gerardo, quienes fueron mi contacto con el mundo y reafirmaron mi confianza en mí y mis alrededores. Ahí aprendí a escribir de mí para entenderme y terapearme, pero tampoco fui constante, todo era cuando fluía o la inspiración, esa prostituta que se niega el 90% de las veces, tocaba a mi puerta, principalmente de noche.
Luego gané confianza, bajé de peso, me miré al espejo y me vi linda, sexy y todo lo que no había disfrutado de mí al fin lo gozaba con todos sus pros y sus contras, me sonreía y no me importaba dar una cara buena a los demás si no lo quería, sólo me complacía a mí, bueno… en ese sentido, muchas cosas que pasaron en esos días también giraban en torno al galán en turno, para quien también escribía.
Todo esto viene a que mi falta de constancia y de confianza nunca ayudaron a que fuera constante con algo (o alguien), fue hasta que descubrí Metroflog y después Blogger que pude ser un poco más periódica en lo que escribía, aunque hay meses (lo pueden ver) que no escribí nada porque no me nacía o no había nada interesante, hay otros donde sólo hay uno o dos textos y todos eran más "literarios" (frustración clásica de periodista).
Fue hasta que tras la partida del ex y descubrir el blog de Plaqueta, decidí que este blog (su-blog-de-confianza) se convertiría en mi diario vacilador donde escribiría todo lo que quisiera: ocurrencias, vivencias, amores, desamores e iría documentando mi vida personal y colectiva. Fue la mejor decisión, y reto, que pude tomar porque aquí estoy: feliz, más segura y con más proyectos gracias a este espacio. Mi querido diario, mi gran desafío.
Por cierto: ahora tengo mi libreta negra, no es un diario; pero es mi "recorte" de vida para mí y nada más para mí. :) (Tampoco escribo a diario sino cuando se me da mi chingada gana, no siempre hay grandes cosas que contarme).
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