sábado, 6 de diciembre de 2014

Carta (última)*

Hola.

Sabes, he pensado mucho en escribirte estas líneas durante considerable número de días, pero, por alguna razón, no me fluían las palabras y eso para mí es frustrante. Antes de exponerte lo que quiero, debo dejar en claro que no espero que me respondas y si lo haces qué bueno y si no, no habrá problema. También espero que no te tomes tan a pecho lo que te pondré aquí y si es que algo que exponga aquí te ofende, te ofrezco una disculpa de antemano. Y bueno… no es una “carta” de amor u odio o algo así, sólo es algo que quería decirte y ya. Ya me conoces: soy impulsiva.

Ahora me doy cuenta de muchas cosas y empiezo a ver las cosas con mucha más claridad y entiendo mi posición y la tuya dentro de todo lo que pasó y cómo se desarrollaron las cosas. 

Te agradezco hayas terminado esa “relación” que no nos llevaría a algo bueno por la falta de determinación por parte de ambos y, por supuesto, la poca claridad que hubo desde el principio. Gracias a que te fuiste pude tomar las riendas de muchas cosas que había dejado de lado por mi cariño hacia ti, me uní a proyectos, los cuales no habría aceptado si hubieras estado conmigo, así que por ello muchas gracias.

Acabo de entrar a un nuevo empleo como reportera de negocios y estoy muy feliz. Presenté un taller de creación de medios digitales en la FIL del Zócalo y promocionamos la revista igual en la Feria. Entré a un taller de periodismo narrativo en línea con el periodista chileno Juan Pablo Meneses y me ha despertado la sensibilidad y las ganas de crear más y grandes cosas en mi carrera. También el taller de literatura que fue y ha sido, después de tu partida, como una terapia para mí y mi devenir. Así que en ese aspecto estoy bien. Supongo que seguirás en el trabajo que no te hace feliz… ¿ya te titulaste?

Hace algunos meses, muy reciente a todo lo que pasó, gritaba enfurecida que te odiaba y en realidad lo hice: te odié. Te odié del mismo modo y con la misma intensidad en que te quise. Pero ya no siento esos sentimientos por ti, siento algo de cariño nostálgico, ése que sientes por las cosas que se fueron y que surgen nada más a través de los recuerdos, así que puedes estar tranquilo. No puedo dejar que esos sentimientos me carcoman.

Ayer me encontré una nota que había escrito para ti y me hizo recordar lo enamorada que estaba de ti y reí, he de aceptarlo hay veces en que extraño el amigo que fuiste y, al fin, acepto que no está mal extrañar a nadie porque eso me ha ayudado a crear poesía, cuentos e historias en diferentes etapas de mi vida y también te agradezco el impulso que me diste en ese momento. Gracias infinitas.

También, como bien te diste cuenta bloqueé mi Twitter porque era terrible que tú le pusieras “Fav” a mis tweets, pues sólo me descolocabas y supe que te diste cuenta de eso, exactamente el 1 de julio porque publicaste algo en ruso para mí: gracias. Igual si quieres ver mi Twitter puedes hacerlo, eres libre y ya no me importa.

¿Crees que en algún momento podamos vernos para platicar? En verdad, me gustaría poder charlar contigo, sin pedos y sin lágrimas de por medio. Ojalá se pueda, ahí me dices.

Por cierto, tengo quistes en mis senos, dice la ginecóloga que es benigno y normal en mujeres de mi edad. Aunque a veces me duele más de lo que uno esperaría, pero es también porque ingiero lo que no debería como chocolates, cacahuates, nueces o papas fritas… ahí la llevo, aún debo hacerme otros estudios.

Me dolió mucho después-después que haya sido yo quien pagó la cuenta de aquella última cena (como Jesucristo jajaja) y que la última película que vimos haya sido una tan pinche como Godzilla. Me quedé dormida en unas partes, ¿te dije? No, no creo. Te hubieras puesto intenso. Entre tu intensidad y la mía esto, tarde o temprano, habría valido mil y un madres, hasta hubiera acabado peor. Y ¿pus qué necesidad? ¿Verdad? Todo cobra tanto sentido ahora.

Éramos muy diferentes, ¿no crees?, o sea tú muy allegado a tu familia y yo tan desapegada. Más independiente yo. Y con una madurez emocional diferente a la tuya. Sólo espero que encuentres alguien que te complemente o te entienda o embone o algo contigo, no sé si te lo mereces; pero sí creo que sería chévere que lo tuvieras. ¿No?

Igual y ya lo sabes: publiqué mi historia contigo en mi blog (sí puedes enojarte ahora) y no me arrepiento porque es también mi historia, mía de mí. Ha sido la historia más leída de todo el blog, en un solo día recibía 200 visitas, quizá es poco, pero para mi blog era una ganga, como si fuera un 3x1 en tragos durante  un viernes de quincena, ¿me entiendes? Así que fuiste “famoso” por un momento en mi blog, escribí una historia contigo, literal.

Creo que siempre fui consciente de tus defectos, tus “adorables” defectos; pero no quería verlos del todo ni mucho menos aceptarlos, eso habría mandado todo al traste y pos no, eso no quería: ya sabes, quería escribir una historia contigo y todas esas cosas que dicen que una debe pasar cuando pasa de los 20…

Te mentí: ya le había cocinado a alguien, no fuiste el primero. El primer chico al que le preparé algo fue a Carlos, un jugador de fut de la prepa, a quien le hice unos bombones de vainilla con chocolate amargo y a mi primer amor Israel, a él le cociné dos veces. También mientras estaba contigo me besé con un chico en repetidas ocasiones y salíamos y la pasábamos muy bien, pero hasta ahí. Te hubieras petateado si te hubiera dicho, ay tus dramas.

¿Estoy siendo muy cínica o muy honesta?

Eres un buen muchacho, es cierto. Pero no eres para mí. Tenías razón en algo: me merezco algo mejor, alguien que me quiera todos los días y no sólo cuando me mire o le cocine algo o vaya conmigo al cine o cuando se la mame. No. Debe haber alguien, algún pinche loco-valiente, que me entienda y quiera a cada momento y no sienta pánico cuando sienta algo por mí ni cuando se acerque el mundial ni sienta que soy un estorbo en su vida o un peso para sus metas. No. Tenías razón: necesito alguien que me quiera, que se enamore de mí, pero, sobretodo, tú y tus putadas me enseñaron a quererme y que antes de que un machito me “quiera” debo quererme yo. Otra vez: gracias.

Disculpa si soy dispersa, pero así sale todo.

Por cierto, no tengo ni tuve nada que ver con Miguel Kurczyn, sólo nos llevamos muy bien. Está loco, pero me ayudó muchísimo cuando más lo necesitaba, es decir, en mis crisis, o en mi depresión y en mis ataques de ansiedad que fueron recurrentes en los últimos meses, pero que me ayudó a superar o a sobrellevar. 

Se acerca mi cumpleaños, ya cumpliré 25 años y creo que voy bien. Me hubiera gustado celebrar a tu lado mi diablo, me habría encantado. Supongo que en un universo alterno ahí estarás. También quería presentarte con mis papás y mi familia les habrías agradado mucho, pero como canta José José “lo que un día fue no será”.

Quemé todo lo que te escribí y aún, cuando encuentro algo que era para ti, sigo rompiendo las cartas. No quiero tener nada de ti, a excepción del llavero, aunque ésa está en el baúl de los recuerdos colectivos que tenemos un compa y yo, larga historia.

¿Me extendí?

Si, por azares del destino, nos volvemos a encontrar de mi parte tendrás un saludo cordial y, quizá (no lo sé) una mentada de madre mental, por todo lo bueno que pasé a tu lado y lo que significaste en mi vida y en esa etapa de mi vida; la mentada sería por todo lo malo, soy sincera.

Se feliz. No me llames Alejandra, ése era un “derecho” que tenía la persona que quise una vez, ahora ya no. Y mi querido “aventurero” jamás te detengas, que de todos modos el mundo sigue y seguirá girando contigo y sin ti (y viceversa conmigo). Jamás quise detenerte, tú anda, yo volaré.

Buena vibra.

Adiós.

PD: si en algún momento, cuando estuvimos juntos, te ofendí o te herí, discúlpame. Jamás fue la intención (o quizá sí). 
Por cierto, tu mejor amigo (sí, el de Santa Fe) me dijo que le gustaba. ¡Quiobole!


*Escrita el 29 de octubre


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