Odio trabajar en Santa Fe II

Ya había escrito que odio trabajar en Santa Fe y cada día que paso viajando a esa zona de desastre lo reafirmo más y más y más. Sin embargo, hoy fue divertido el trayecto.

Según yo me levanté temprano, me bañé temprano, desayuné temprano, alisté mi comida temprano y salí temprano de casa y y y llegué tarde. ¡Dah, tanto esfuerzo para nada! Estaba medianamente temprano en la base de RTP y pufff la fila era kilométrica, pero en serio kilométrica. Afortunadamente me encontré con un amigo, quien muy amablemente me metió a la fila y ya no tuve que irme hasta el final-final a esperar mi destino fatal de espera interminable.

Llegó un camión y mi amigo (de quien escribí aquí) se encontró a otras dos amigas, Diana y la chica que parece anime, pero como la fila era eeeenorme tuvimos que irnos apretados casi en la puerta, al lado del chofer y la alcancía. Diana, afortunadamente, se metió un poco más, mientras que nosotros estábamos casi en el vidrio.

Para amenizar el trayecto, veníamos contando chistes Antonio y yo, hasta el chofer se reía. Chiste 1-vuelta de rueda-chiste 2- vuelta de rueda-chiste 3-vuelta de rueda y así hasta que se cansen… media hora en un tramo de 2 kilómetros. El tránsito es terrible y la manoseada igual.

Pa’ chingarla vimos cómo pasaba un camión de la ruta 57 hacia Santa Fe en sentido contrario para evadir todo el tránsito pesado y nos arrepentimos por no habernos esperado… ¡pinche mala suerte pachiche!

Nos reímos, saludábamos a todos y creo que eso hizo más llevadero el momento de estrés, manoseo, irá, descontrol, tránsito, calor y perreo intenso (no, no es cierto, me refiero a que quedaban muy juntos nuestros cuerpos).

Hoy fue una experiencia religiosa, completamente religiosa, gracias a los chistes y la compañía.

Pero.

Espero mi descuento esta quincena (oootra vez). Sufro *sniff*, pero les juro que no soy yo es el transporte, gracias Mancera, gracias. ¿Cuántos descuentos más?, ¿cuántos más, chingaaaa? Odio Santa Fe y ya...